Ricardo Sánchez Beitía (chiricano)
“Ser fuerte no significa ser bruto y sin corazón. ¡Ser fuerte significa estar por encima del placer y del dolor, del calor y el frío!”
Babají
No hay vida sin compromiso. Toda ella es promesa. Involucrarse con el prójimo. Anuncio y denuncia. Libre de mis simpatías o antipatías, y guiado por la empatía. Más allá de los partidos políticos y de las ideologías. También de las religiones sean las tradicionales o las del libre mercado (léase ventas multi-nivel).
La sociedad panameña tiene cáncer; la corrupción la está ahogando. Los saduceos, los que se han adueñado del país, de nuestro país, en nombre del crecimiento económico, o sea del crecimiento de sus respectivas cuentas bancarias, tienen enferma a la patria. Se comportan como sí no fuese a haber mañana. Cuando el tumor haga metástasis, cuando la enfermedad sea terminal, ellos podrán mudarse a donde aún el mañana les sea posible, pero ¿y los demás? ¿Y los otros? ¿Y nosotros?
Ha llegado la hora de que los que no podemos escapar a la luna después de sembrar penurias en la tierra, seamos fuertes. Ya es tiempo que dejemos de ser cómplices de nuestro dolor. Sí, fuertes. Fuertes para dejar de perseguir espejismos, por más que me endeude comprando baratijas no voy a convertirme en el modelo de la televisión que me las vende. Fuerte para dejar de ver al mundo como quien visita un zoológico. Porque parece que hemos reducido la forma de relacionarnos los unos con los otros aun mero encerrarse mutuamente en jaulas de metal.
Ya es tiempo que recordemos que hay otra manera de relacionarnos: la ecológica. En ese viejo tipo de relacionarse, ocurre el intercambio que garantiza la vida: tomo lo que necesito y doy lo que necesitan. No es un sistema perfecto, a veces los méritos son subestimados (no necesariamente quien más da, más recibe), pero es el sistema que garantizó que un planeta con una atmósfera tóxica se llenase de vida. ¿Qué vamos a hacer? ¿Esperar hasta que el Homo sapiens entre en la lista de especies en extinción?
Babají
No hay vida sin compromiso. Toda ella es promesa. Involucrarse con el prójimo. Anuncio y denuncia. Libre de mis simpatías o antipatías, y guiado por la empatía. Más allá de los partidos políticos y de las ideologías. También de las religiones sean las tradicionales o las del libre mercado (léase ventas multi-nivel).
La sociedad panameña tiene cáncer; la corrupción la está ahogando. Los saduceos, los que se han adueñado del país, de nuestro país, en nombre del crecimiento económico, o sea del crecimiento de sus respectivas cuentas bancarias, tienen enferma a la patria. Se comportan como sí no fuese a haber mañana. Cuando el tumor haga metástasis, cuando la enfermedad sea terminal, ellos podrán mudarse a donde aún el mañana les sea posible, pero ¿y los demás? ¿Y los otros? ¿Y nosotros?
Ha llegado la hora de que los que no podemos escapar a la luna después de sembrar penurias en la tierra, seamos fuertes. Ya es tiempo que dejemos de ser cómplices de nuestro dolor. Sí, fuertes. Fuertes para dejar de perseguir espejismos, por más que me endeude comprando baratijas no voy a convertirme en el modelo de la televisión que me las vende. Fuerte para dejar de ver al mundo como quien visita un zoológico. Porque parece que hemos reducido la forma de relacionarnos los unos con los otros aun mero encerrarse mutuamente en jaulas de metal.
Ya es tiempo que recordemos que hay otra manera de relacionarnos: la ecológica. En ese viejo tipo de relacionarse, ocurre el intercambio que garantiza la vida: tomo lo que necesito y doy lo que necesitan. No es un sistema perfecto, a veces los méritos son subestimados (no necesariamente quien más da, más recibe), pero es el sistema que garantizó que un planeta con una atmósfera tóxica se llenase de vida. ¿Qué vamos a hacer? ¿Esperar hasta que el Homo sapiens entre en la lista de especies en extinción?
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