Vivo rodeado de colinas de hormigón bañadas con hollín, olores y ecos. Vivo en un bosque gris donde el viento no respira. Vine como inmigrante a ver morir mis esperanzas, aplastadas por el humo coagulado y el ruidoso miedo. Hasta ayer tenía ganas de correr y abandonar, pero esta mañana mi hija sembró una rosa en el balcón y algo tibio, amarillo e intangible entró por la ventana: un rayo de sol. Ahora en la tarde, voy a llevar a la niña al parque y comprarle un helado.
4 comentarios:
BELLISIMO!!
Mis mejores deseos para toda esa esperanza que brota desde tu fuente, y para ti, amigo, ahora y siempre.
Norma
Excelente, como siempre querido amigo.
Si, hay que empinarse hasta el codo, je,je (Por si las moscas llegasen a volar oblicuamente) para sujetarse a esta vida.
Aún no tengo claro el porqué, pero como que a veces me va gustando, lástima que esos momentos sean como breves...ja,ja
ABRAZO ABRAZADO
Rossana
Esta muy bonito. Tiene una fuerza inicial que muchas personas han vivido. Muy real. Y al final cierras con una ternura sin igual.
La trasendencia humana tiene su esperanza en un mañana mejor. Crado por nuestros hijos.
¡Te felicito! Yolanda
Coomm te comenté en el correo, la vida es sencilla pero nunca fácil y nuestra (in) felicidad radica proporcionalmente en cuanto nos (pre ) ocupemos de las ocsas sencillas y no de la miasma que nos ahoga --- la complejidad urbana de "Complejos" de cemento, etc...
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