“La información es algo externo a la mujer y al hombre, algo que hay que extraer, transmitir, organizar, procesar y, si se tercia, manipular. El conocimiento, en cambio, constituye el rendimiento vital por excelencia de ese animal que habla, el ser humano. Es un crecimiento en su ser, un avance hacia sí mismo, una interna potenciación de sus posibilidades más características.”
Alejandro Llano
Inteligencia es sobrevivir a las adversidades del medio, es la capacidad de resolver problemas, una sana relación con la realidad. Inteligencia es creación. El individuo creativo está abierto al entorno y sus cambios, busca sus diversas posibilidades y entra en trato con dichas posibilidades. Así se da la magia y nacen las realidades nuevas y valiosas: obras de arte, descubrimientos científicos, experiencias místicas y, sobre todo, relaciones personales profundas y enriquecedoras.
Para la persona inteligente y creativa, es de suma importancia cultivar al máximo la capacidad de admiración. Nuestra sociedad acostumbra adormecernos y terminamos reduciendo los decibeles admirativos de tantos eventos maravillosos, que al final morimos de aburrimiento y escepticismo.
Sin capacidad de admirar, no podemos ser creativos ni inteligentes. Menos personas en plenitud. La inconciencia total y el cruel absurdo será nuestro pan de cada día. Hay que esforzarse y abrir la vida a la creatividad. Aunque sea en los pequeños detalles. Y sobre todo, hay que hacerlo entusiastamente. Un minuto vivido con entusiasmo, arrastra las horas del día a la vorágine de la creatividad.
Sin entusiasmo no hay capacidad de admirarse, ni creación, ni inteligencia. Entonces, cuidemos de nuestro entusiasmo. No permitamos que nos lo envenenen. Probablemente nuestro entusiasmo es el motor generador de nuestro mayor tesoro: la inteligencia.
Para la persona inteligente y creativa, es de suma importancia cultivar al máximo la capacidad de admiración. Nuestra sociedad acostumbra adormecernos y terminamos reduciendo los decibeles admirativos de tantos eventos maravillosos, que al final morimos de aburrimiento y escepticismo.
Sin capacidad de admirar, no podemos ser creativos ni inteligentes. Menos personas en plenitud. La inconciencia total y el cruel absurdo será nuestro pan de cada día. Hay que esforzarse y abrir la vida a la creatividad. Aunque sea en los pequeños detalles. Y sobre todo, hay que hacerlo entusiastamente. Un minuto vivido con entusiasmo, arrastra las horas del día a la vorágine de la creatividad.
Sin entusiasmo no hay capacidad de admirarse, ni creación, ni inteligencia. Entonces, cuidemos de nuestro entusiasmo. No permitamos que nos lo envenenen. Probablemente nuestro entusiasmo es el motor generador de nuestro mayor tesoro: la inteligencia.