"Las teorías de la conspiración son los nuevos
mitos de la sociedad."
Edilberto González Trejos
¿Por qué
una bala puede matar? Porque concentra su fuerza en un área pequeña. Así es el
Covid-19, provocó una cantidad de muertos, en tan poco tiempo, que rebasó la
capacidad de los servicios sanitarios y, de paso, dejó en evidencia lo tantas
veces negado: las ganancias son más importantes que la vida humana. Otros
fenómenos también quedaron al descubierto.
Tantas
dudas alrededor del SARS-CoV-2 me dice que el rigor científico dejó de ser
riguroso. Quizás fue por los protocolos burocráticos, la corrupción, los
interese creados, la pérdida de confianza en las instituciones o la prevalencia
del pensamiento mágico. El resultado ha sido el asesinato de la verdad. No
importa descubrir y comprender la realidad, importa confirmar el prejuicio que se
tiene. De allí la proliferación de las teorías de la conspiración.
Las teorías
conspirativas, para poder conspirar, elevan a divinidad a los ya poderosos
magnates y gobernadores del mundo. ¡Dioses que ahogan a sus subyugados en la impotencia!
¡No hay alternativa a sus dictámenes! Pienso que tal comportamiento es
reiterativo en la historia humana. ¿Y si no era un dios griego el violador de las
ninfas, sino un monarca déspota? ¿Sería consuelo, para una campesina, pensar
que fue Zeus el autor de sus desgracias?
Hoy, conspirativamente
hablando, parece que el mundo quedó reducido a someterse a la voluntad de quien
salga vencedor del supuesto conflicto entre un multimillonario globalizador
(Bill Gates), un gobierno tiránico (el de China) y un presidente desalmado (Donald Trump). ¿No hay más
opciones? ¿O es que sólo nos merecemos o vivir regidos por un orden mundial
totalitario o plagados por cientos de sangrientas dictaduras?