domingo, 2 de junio de 2019

LA CIUDAD DE LOS ODIOS Y LOS AMORES

LA CIUDAD DE LOS ODIOS Y LOS AMORES
“Cada uno es hijo de sus obras, no de sus apellidos.
Miguel de Cervantes Saavedra


¿Qué es la ciudad? ¿Un espacio físico? ¿Una forma de relacionarnos? ¿De convivir? Y si es una forma de convivir, ¿la ciudad de Panamá nos detesta o nos tiene cariño?
A veces pienso que esta ciudad mía y nuestra, nos odia. Y no son los altos edificios, ni el asfalto de sus múltiples avenidas atascadas y llenas de baches. Es la forma en que nos tratamos. A veces pienso que esta ciudad no es más que el espacio que habitan nuestros resentimientos.
Llegué a esta conclusión en el mes de enero pasado. Yo estaba fuera del país, pero me contaron que durante la Jornada Mundial de la Juventud la ciudad de Panamá estaba irreconocible, era otra, era la ciudad amable de los alegres istmeños.
Las autoridades cumplían sus funciones a tiempo y de buena gana, y los ciudadanos, sí, los ciudadanos abandonaron, por unos cuantos días, ese afán por agredirse. Las ganas de quedar bien frente al mundo pesaron tanto, que la ciudad fue esa ciudad que toda persona sana desea habitar por el resto de su vida.
Este próximo agosto se conmemoran los 500 años de fundación de esta nuestra querida ciudad. Habrá funciones de gala, eventos con invitados internacionales, desfiles fastuosos y mucho más. No dudo que la ciudad brillará a todo fulgor, pero sigue allí la inquietud: ¿y después de la fiesta la ciudad de Panamá volverá a ser la el hábitat de nuestros rencores o el festejo será el punto de inicio de una nueva forma de tratarnos? Somos excepcionales, culturalmente hablando, vivimos en la única ciudad caribeña en las costas del océano Pacífico, somos divertidos y bulliciosos, ¿tendremos la suficiente entereza para después de la fiesta construir cada día buenas razones para seguir felices?