“Las noticias son
el teatro y el cine de las clases medias y los pobres, allí se les impone, a
través del entretenimiento chabacano y trucos noticiosos, el miedo, la
subordinación, la apatía y la disciplina consumista.”
Adriano Corrales
Digamos que el poder de convocatoria es la
capacidad que tienen los individuos o grupos de hacer un llamado y que este sea
atendido. Así mismo, digamos que la fuerza integradora es otra capacidad de los
mismos sujetos de organizar a los convocados alrededor de una causa justa. Y
para terminar de decir, digamos que la causa justa es el conjunto de razones
organizadas en un discurso que da sentido a todo lo anterior. No olvidar que a veces
los discursos hablan claro sobre los intereses que los muevan, a veces los medio
ocultan y a veces los ocultan totalmente.
Quien tenga
el poder de convocatoria y la fuerza integradora para imponer su causa justa en
una sociedad, tendrá la supremacía cultural en ella. La historia de la
civilización es el registro de la conquista de esa hegemonía, también de las
resistencias a dicha imposición. La humanidad se ha debatido en un constante defender
y atacar al status quo de la hegemonía.
En Panamá
se está dando un desacuerdo que ejemplifica la lid de la que hablo. Me refiero
al debate generado por el proyecto de ley para la educación en sexualidad. Desde mi punto de vista, la
confrontación entre opositores y defensores del proyecto mencionado es, en
realidad, el careo entre férreos defensores del status quo y críticos parciales
del mismo.
De darse una sana e integral educación en sexualidad, que no es educación
sexual, se afectarían las relaciones de poder tradicionales, las que
tradicionalmente discriminan y someten a la mujer. Una mujer educada en
sexualidad, es una mujer con capacidades de enfrentar al machismo predominante.
Defender esta propuesta no significa obligatoriamente una crítica total al
status quo. Por esta razón hablo de críticos parciales del mismo.
Sin embargo, los opositores al proyecto sí son férreos defensores del
status quo. Quienes se benefician del estado actual de inequidad en el cual
vivimos, los convocaron y organizaron alrededor de su causa justa: seguir
enriqueciéndose ilimitadamente. Paso a explicarme.
Tomemos dos de las declaraciones hechas por los contrarios a la educación
en sexualidad. La primera es una confesión de ignorancia: ¿Quién dijo que
necesito conocer una ley para oponerme a ella? Pienso que esta lapidaria
pregunta no necesita mayor argumento en contra.
La segunda es una mentira: El virus del papiloma humano se transmite a
través del sudor. Esto no sólo es falso, sino peligroso, mejor dicho,
canallesco. Es una falsedad con la suficiente contundencia para confundir a una
mente adolescente y convencerla de la inutilidad de usar el condón y así
exponer al chico a contraer una infección sexual más grave, por ejemplo, el
SIDA.
El condón está maldecido por los defensores de la moral cristiana que
abogan por la abstinencia. Sin embargo, los hechos demuestran que la abstinencia
no es una práctica masiva, ni el VIH logró asustar a la gente, y que el no uso
del preservativo se traduce en niñas embarazadas y a la larga en gente pobre
dispuesta a vender barata su mano de obra. Estas declaraciones ¿son o no defensoras
eficientes del status quo fundamentado en el empobrecimiento de las masas?
Es meritorio añadir la supuesta conspiración internacional llevada
adelante desde la Organización de las Naciones Unidas. ¡Cómo si, de no
aprobarse la ley, el mercado de condones fuese a desaparecer! Sembrar la
incertidumbre genera miedo y los temerosos prefieren que todo quede igual a
tomar el riesgo de asumir los cambios necesarios para su propio bienestar.
Al final, los oponentes a la educación en sexualidad zanjaron el asunto
con la ley de protección a la menor embarazada, donde a la menor se le informan
formalmente sus derechos a educación y atención médica. Repito, es a la menor
embarazada, cuando ya la niña está en problemas, esto es una medida correctiva
y no preventiva. ¿Reduce el número de embarazos precoces? ¡No! Se mantiene
igual la situación, el status quo gana.
En lo que va del año, en Panamá han estallado varios escándalos de trata
de blancas. Incluso, parece que hay involucrados políticos de alto nivel en
dichos abominables negocios. Una verdadera organización criminal internacional
dedicada a la prostitución y al turismo sexual. Los opositores a la educación
en sexualidad han mantenido el más grande de los silencios. ¡La gran omisión!
Ha habido tímidos comentarios contra los espectáculos de la realidad basura que
pululan en la programación televisiva nacional. Esas prácticas criminales y
esos programas porquería de televisión representan copiosas ganancias para los
beneficiarios del status quo.
Al no protestar contra el turismo sexual y la basura en la programación
televisiva que ven nuestros niños, tal como lo hicieron contra la ley de
educación en sexualidad, los opositores al proyecto mencionado se alinearon con
la corriente hegemónica de quienes sacan beneficio de la ignorancia de las niñas
pobres, que traen al mundo más niños pobres, que serán los que terminen comprando
grandes cantidades de licor, de cocaína y de tantas otras cosas perniciosas.
Quienes asumimos como causa justa la educación en sexualidad en las
escuelas públicas de Panamá y que por dicha razón la defendemos, somos una corriente
subordinada en la sociedad panameña, sin el poder de convocatoria necesario
para acumular la suficiente fuerza integradora que concrete nuestro anhelo,
poner fin a la desigualdad en ese tópico. Eso no significa que vamos a
rendirnos, eso significa que vamos a continuar en la brega, aunque sea desde
las márgenes del poder. Vamos a seguir educando, en diversos temas, para así ir
socavando la matriz que genera este conflicto: la cultura patriarcal, la que
nos tiene como nos tiene.