Detalle de estatua de Leda Astorga
“Si se cree que el gobierno es necesario y
que sin gobierno tiene que haber desorden y confusión, es natural y lógico
suponer que la anarquía, que significa la ausencia de gobierno, tiene también
que significar la ausencia del orden.”
Errico Malatesta
Es muy difícil
mencionar la palabra anarquía y que quien escuche no salte sobresaltado a
buscar refugio del inminente estallido de una o varias bombas. También es muy
probable que esa misma persona no pueda dar una definición acertada de esta
visión social a la que le teme.
¿Y por qué el
miedo a la anarquía? Por lo que conlleva: responsabilidad.
En el anarquismo
los individuos acuerdan libremente los pasos que son necesarios dar para su
sana convivencia y bienestar común. Este pacto voluntario rechaza toda imposición
y acoge como práctica cotidiana la construcción del consenso. La anarquía es
una forma posible de organizarse, pero si los individuos no aceptan
responsabilizarse de sus propias vidas y del destino de la comunidad, claro
está, sólo será una quimera.
El consenso anárquico se sostiene en una confianza
inquebrantable en el individuo, en que las mujeres y los hombres libremente pueden
conformar comunidades de iguales. En nombre de dicha confianza rechaza los poderes
establecidos que por siglos han subyugado a la humanidad.
Vivir convencido de que todo ser
humano, cualquiera que este sea, es más importante que cualquier institución
sedienta de poder, es caminar como ácrata, es decir, como anarquista. Y eso
despierta el miedo a los clérigos, funcionarios y directivos beneficiados del
orden establecido. Temen que caiga el velo encubridor de nuestra historia de dolores y ofensas, que los ojos de
los ofendidos dejen de dedicarse a ver espejismos y comiencen a ver las pupilas de sus hermanos. No se
puede predicar el anarquismo sin practicar la confianza en las mujeres y los
hombres.
Confiar, creer, tener fe en los
prójimos obliga a que los acuerdos se concreten de cierta forma: libremente y
desde abajo hacia arriba. Los afectados resuelven y no reciben, pasivamente,
respuestas impuestas. El éxito o el fracaso dependen de ellos y no de un
mecenas, un partido o un gobierno que tarde o temprano exigirá el pago de la
deuda, que a cambio exigirá la esclavitud de sus supuestos beneficiados.
El consenso anarquista es una
coordinación entre iguales, que conlleva una acción directa de quienes crearon
el consenso, sin intermediarios (redentores o libertadores que al final
terminan convertidos en opresores y explotadores) y auto gestionada por ellos
mismos (sin subsidios ni patrocinios). Únicamente, apoyo mutuo y solidaridad; nadie está por encima de nadie. Como nadie
acumula poder, nadie tiene que convertirse en violento para defender el poder
acumulado. Eso sí, todos perfeccionan su vida en libertad al resistirse, entre
otras cosas, a ser víctimas corderiles de los violentos, sean estos personeros
del estado o de las corporaciones.
El
compromiso anarquista es para superar las perversiones que frenan el libre y
diverso desarrollo humano. Tal compromiso se fundamenta en el juicio de los
individuos y en su capacidad de construir consensos a lo interno de las
sociedades de iguales. No cabe la coacción. La comunidad anarquista subsiste
gracias a que no es dirigida por un hombre, la autoridad personal no es
reconocida, sino por la capacidad de diálogo y compromiso en la acción de todos
sus miembros. En esta comunidad el orden nace de la libertad. ¡Y eso no es
motivo de miedo!
Quienes defienden las
dictaduras, lo hacen en nombre de la seguridad y el orden. De un precepto que
dice, equivocadamente de acuerdo con el anarquismo, que una persona o grupo
puede saber lo que es mejor para todos. ¿Cómo alguien ajeno a mi vida puede
saber lo que a ella le conviene? ¿Cómo la gran ciudad capital se atreve a
decidir el destino de los pequeños poblados alejados de su periferia? ¿Pueden,
en serio, los dirigentes capitalinos disponer cuáles necesidades de los barrios
de la ciudad serán atendidas y cuáles pospuestas?
El mero sentido común indica
que las prioridades deben ser determinadas por el diálogo entre los afectados que
culmina en consenso y en acción directa. Sólo puede haber una comunidad sana si
la soberanía de los individuos, su patria íntima, es respetada.
Una comunidad sana es aquella
que vive libremente defendiendo los derechos que garantizan la vida libre de
sus miembros. En ella cunde el entendimiento de que la libertad individual se
perfecciona con la práctica de la solidaridad. ¿Ser libre rodeado de esclavos?
Dentro de la lógica anarquista eso es un total absurdo. A muchos ofende el discurso
y la praxis anti-capitalista del anarquismo. La actual fábrica de esclavos se
llama capitalismo. ¿Qué el comunismo bolchevique también fabricó esclavos?
¿Cuál fue la suerte de los anarquistas durante el período soviético?
El anarquismo no admite la
esclavitud por ningún motivo. Todos somos iguales en derechos sin importar más
que el haber nacido humanos. Esta defensa de la equidad nunca se aleja de la
realidad. Los hechos están allí para ser analizados, no ocultados. ¿Qué en este
momento histórico es grande la enajenación del público en general? Eso es un
hecho real que no puede ser obviado al momento de llevar adelante alguna
estrategia liberadora. Hacerlo significa dejar de confiar en los seres humanos.
La responsabilidad, la
habilidad de responder en cada situación, es una cualidad genética del ácrata.
Sin ella no podemos hablar de anarquismo. No hay concreción de la nueva
sociedad, sin individuos que se hagan responsables de construirla y asuman sus
propias vidas.
Y gracias a este punto el
anarquismo recibe el título de la más utópica de todas las utopías. De acuerdo
a la historia de dolores que hasta el día de hoy hemos sufrido, es imposible
que todos seamos seres responsables. Pero ¿por qué no? Porque nuestra educación
no lo permite.
Así es, estamos educados para
ser irresponsables, para no asumir nuestras vidas, para ser esclavos. Los
sistemas educativos fueron creados para garantizar que las sociedades beneficien
a las minorías en perjuicio de las mayorías,
para que las mayorías vivan enajenadas y esclavas.
Entonces, ¿qué se hace? Educarse
y educar desde donde se esté. Dialogar para educarse y educar. Actuar y evaluar
la acción para educarse y educar. En realidad, el consenso es un espacio
educativo. Cada individuo debe hacerse responsable de educarse para la
libertad. Cada comunidad debe hacerse responsable de educarse para dejar atrás
a la esclavitud. Solos o acompañados, pero no hay de otra. ¿O si la hay?