La lámpara genial
“¿Trabajo en equipo?, cuál
equipo si todos quieren ser capitanes.”
Víctor Paz
Hace unos meses realicé
mi último intento de formar parte de un grupo. Así es. Último. Mi reserva de
trabajo en equipo se agotó. ¡Adiós a las reuniones! Pero eso no significa que
he dejado de admirar a quienes si logran trabajar hombro a hombro por una causa
que los une.
Durante los últimos
30 años fui testigo de uno de los más eficientes equipos de trabajo que he
conocido. Se trata de un dúo. Elena y Luisa. Dos religiosas dedicadas a la
evangelización en las comunidades de la Nueva Concepción y la Ciudad Radial,
del corregimiento de Juan Díaz.
¿Y qué tiene de especial
este par de heroínas? Tienen las cualidades que, me parece, garantizan el éxito
del trabajo en equipo. Primero, la claridad de objetivos a lograr. En la última
década, ambas crearon un hogar para proteger a niñas en riesgo social. ¡Y a eso
se dedicaron! Segundo, la delegación de funciones. Liderazgo no es mandar, es
gestionar las acciones y los recursos necesarios para el logro de objetivos;
Elena se encargó de estimular las mentes de las niñas y Luisa, con su ejemplo,
fortalecer su auto disciplina. Y tercero, y en mi humilde opinión la cualidad más
elemental, Elena y Luisa son amigas, las mejores amigas.
Hasta ahora no
he mencionado el más importante de los detalles: Elena acaba de fallecer. Pero la
solidez de su influencia intelectual aún está viva, muy viva en mí. Y lo está
porque gente como Elena, y Luisa también, cuando te tocan la mente lo hacen con su corazón. Rápidamente les
resumo como fue mi experiencia. Hace 22 años Elena me consiguió un trabajo como
maestro de religión, pero soy biólogo, ¿cómo, entonces, dar las clases? Simple,
involucrándose con los niños y las niñas; ese fue el consejo de Elena. Eso es
educar. Los estudiantes no son muebles, son personas. Espero estar a la altura
de tan buena enseñanza.