“Es
decir, es contradictorio en semejante estado de ánimo, y ante tremenda pérdida,
seguir pergeñando poemas para una minoría que se exilia en la poesía y el arte
para no olisquear el carnaval del mundo y su galopante autodestrucción.”
Adriano Corrales
Las cifras lo
dicen: somos muchos seres humanos y muchos están sufriendo. Pobreza y pobreza
extrema, enfermedades que hace apenas medio siglo casi habían sido erradicadas,
desnutrición y hambrunas, guerras y delincuencia, corrupción y peculados. Miedo
y más miedo.
Reciento que ante este panorama la
poetada viva, vivamos, como si la miseria no la tocase, no me tocase. Reciento
que hablen, hablemos, de literatura pura. Y es que si cultura es el quehacer
humano y si literatura es el oficio de la palabra y si la palabra es patrimonio
de la humanidad, ¿cómo salvar a la literatura sin salvar a la humanidad?
Aplaudo los festivales, recitales,
publicaciones, talleres y giras. No tengo mayor problema con esos eventos. Mi
problema es al responder la pregunta: ¿para quiénes son todos estos sucesos? Si
en este instante se dejaran de publicar libros, si no se escribiese ni un nuevo
poema, si todos los escritores del mundo enmudecieran, aún así habría
literatura, hay suficientes libros impresos para que eso sea así y será así
mientras haya lectores. Entonces, ¿quiénes son las verdaderas estrellas?