Para comenzar a caminar hay que abrir la puerta
“No podemos resolver problemas usando el
mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos.”
Alberto Einstein
A esta altura de mi vida, entiendo
que la vida se trata de aprender algo, desaprenderlo y nuevamente buscar algo
que aprender, y aprenderlo, y desaprenderlo, y buscar de nuevo. Recientemente
he aprendido algo. Son cinco preguntas y sus respectivas respuestas. La
primera: ¿Quién es el ser más importante del universo? Respuesta: Yo mismo. La
segunda: ¿Cuál no es mi ubicación en el universo? Respuesta: Mi ubicación no es
el centro del universo. La tercera: ¿Cuál es mi lugar en el universo?
Respuesta: El lugar donde estoy ahora mismo. La cuarta: ¿Cuál es mi misión en
el universo? Respuesta: Hacer bien lo que estoy haciendo. Y la quinta: ¿Quién
es el ser más importante en el universo? Y la última respuesta: No importa que
sea o no sea yo, lo que importa es que yo sea yo mismo.
Y mientras desaprendo lo que aprendí
con las cinco preguntas, aprendo que hacer el bien consiste en cuidarme y
cultivarme, dejar que me cuiden y cultiven, cuidar y cultivar al prójimo. ¡Y
todo al mismo tiempo! También estoy aprendiendo que no hacer el mal es no
hacerme daño, no permitir que me hagan daño, no hacerle daño al prójimo. ¡Y
todo al mismo tiempo!
Cuando me toque
desaprender que es hacer el bien y que no es hacer daño, voy a comenzar a
aprender como apaciguar la mente, es tan simple que asusta en su sencillez:
primero, querer lo que tengo; segundo, no sufrir por lo que no tengo; y
tercero, estar atento, lúcido y despierto (adiós a la obnubilación y la
confusión). A esta altura del partido que es mi vida, he comprendido que la
sabiduría no es una piscina, sino un riachuelo donde el agua fluye.