La esperanza también es amarilla (Dece Ereo)
Delfina Acosta
La realidad es lo más real que tenemos y sin embargo, siempre la rodeamos de fantasías. Sí, el poder de nuestros prejuicios es inmenso. Estamos más dispuestos a cambiar nuestra interpretación de la realidad que nuestro preconcepto sobre ella.
Es que la realidad cambia tan rápido que acudimos a nuestros convencionalismos para encontrar una sensación de estabilidad y seguridad. Y la encontramos, pero perdemos contacto con, ¿adivinan?, la realidad. ¡Y ese es un lujo que no se puede dar el artista! Aunque el artista no es un espejo que refleja la realidad tal cual es, sí es una especie de prisma que la desdobla, para luego reunir sus partes en un nuevo orden (Gracias Jorge Luís). ¿Recuerdan el Arco iris? Un rayo de luz blanca que se convierte en siete colores. Eso hace el artista. A partir del mundo que lo rodea, crea un nuevo universo. Sin conocer la realidad, la obra, sea una pieza musical, una receta de cocina o criar un hijo, corre el peligro de convertirse en algo dañado.
No hay que formarse una opinión previa sobre nuestra realidad, hay que observarla, conocer su esencia y existencia. Ya después habrá tiempo para opinar sobre ella. Pero primero hay que conocerla. ¿Y después qué? Después confiar en el talento. ¿Talento en qué? Talento en la capacidad de entender y comprender a la realidad para luego deshacerla y volverla a hacer. ¿Por qué? Porque la realidad es mucho más amplia y universal que la opinión que pueda tener el más sabio de los autores. La gran tentación es creer que el público necesita las verdades del artista. Pienso que lo que necesita es descubrir sus propias verdades y que el arte le puede ayudar en esa tarea.
1 comentario:
Los seres descubrimos nuestra esencia a través del arte.
En alguna ocasión escuché :"El arte abriga".
Publicar un comentario