CLAVEL Y ROSA- Foto de Dece Eréo
"El hombre feliz es más raro que un cuervo blanco."
Juvenal
En estos días, el poeta nica José Luís Pereira me recordó que la diferencia ortográfica entre las palabras pescado y pecado, es una única y solitaria letra ese: la ese de sensatez. Y precisamente pienso que la felicidad escasea en la medida que decrece la práctica del buen juicio.
¡Qué mi economía anda mal! La economía de cualquiera andaría mal si gano 400 balboas al mes, pero vivo como si mi salario fuese de 800. Y eso funciona para casi todos los aspectos de la vida.
La vida de la exageración, la de vivir en los extremos de la necedad y la falta de sentido, la de vivir sin contenidos, la que la programación televisiva a impuesto, o por lo menos, eso es lo que confesamos, ese estilo de vida se ha adueñado de nuestro destino; ahora nos conformamos con los lamentos. ¿No será más eficiente apagar el televisor y adueñarnos de nuestra vida? Al fin y al cabo, es nuestra vida ¿O no es así?
La sensatez, esa virtud de la moderación, escasea. ¡Y esa escasez nos arruina el diario vivir! Nos reduce la calidad de vida. Es que esa actitud de vivir sin medir consecuencias, si tiene consecuencias. La mejor prueba son los tranques automovilísticos matutinos, y los vespertinos también. En lugar de tener paciencia y hacer la correspondiente fila, por la mera y falsa sensación de avanzar, muchos conductores “charcotean”, es decir, salen de la fila, pretenden adelantar por una calle paralela y vuelven a la fila un poco más adelante; al intentar entrar a la fila original le cierran el paso a los carros de la vía contraria, y entonces llegó la democracia: tranque para todo el mundo. Más estrés, más contaminación, menos salud, menos felicidad.
¿Qué hacer? ¿Seguir con el suicidio masivo? ¿Pedirles a los marcianos que nos enseñen a comportarnos como humanos? ¿Comprar un diccionario y buscar la palabra sensatez?
Juvenal
En estos días, el poeta nica José Luís Pereira me recordó que la diferencia ortográfica entre las palabras pescado y pecado, es una única y solitaria letra ese: la ese de sensatez. Y precisamente pienso que la felicidad escasea en la medida que decrece la práctica del buen juicio.
¡Qué mi economía anda mal! La economía de cualquiera andaría mal si gano 400 balboas al mes, pero vivo como si mi salario fuese de 800. Y eso funciona para casi todos los aspectos de la vida.
La vida de la exageración, la de vivir en los extremos de la necedad y la falta de sentido, la de vivir sin contenidos, la que la programación televisiva a impuesto, o por lo menos, eso es lo que confesamos, ese estilo de vida se ha adueñado de nuestro destino; ahora nos conformamos con los lamentos. ¿No será más eficiente apagar el televisor y adueñarnos de nuestra vida? Al fin y al cabo, es nuestra vida ¿O no es así?
La sensatez, esa virtud de la moderación, escasea. ¡Y esa escasez nos arruina el diario vivir! Nos reduce la calidad de vida. Es que esa actitud de vivir sin medir consecuencias, si tiene consecuencias. La mejor prueba son los tranques automovilísticos matutinos, y los vespertinos también. En lugar de tener paciencia y hacer la correspondiente fila, por la mera y falsa sensación de avanzar, muchos conductores “charcotean”, es decir, salen de la fila, pretenden adelantar por una calle paralela y vuelven a la fila un poco más adelante; al intentar entrar a la fila original le cierran el paso a los carros de la vía contraria, y entonces llegó la democracia: tranque para todo el mundo. Más estrés, más contaminación, menos salud, menos felicidad.
¿Qué hacer? ¿Seguir con el suicidio masivo? ¿Pedirles a los marcianos que nos enseñen a comportarnos como humanos? ¿Comprar un diccionario y buscar la palabra sensatez?