“Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!”
Moussa Ag Assarid
Moussa Ag Assarid
Confieso que soy un cascarrabias. Me es muy fácil discutir sobre cualquier tema. Desde sobre geopolítica, hasta sobre los mosquitos fósiles de la Atlántida. Soy capaz de ladrarle a las luces y a las sombras. Bueno, a casi todas las sombras.
Desde hace muchos años estoy preparado para morir. He aceptado totalmente mi mortalidad y digo que estoy preparado para morir, porque para morir lo único necesario es estar vivo. Y este pensamiento no es fruto ni de enfermedad ni del sentirme viejo. Al contrario, es de valorar todos los bienes que tengo y gozar de la compañía de los seres queridos. Y es allí donde la cosa se pone color de hormiga y la puerca tuerce el rabo.
Estoy dizque preparado para morir, pero de ninguna forma lo estoy para sufrir la partida definitiva de mis seres queridos. ¿Será qué soy un egoísta que resiente toda pérdida? ¿Será que me ataca la culpa por todas las omisiones cometidas?
Puede ser, pero he descubierto algo casi inverosímil. Con cada dolor soy más humano y quiero más a los que aún no han partido. Y creo que sé el por qué: aprendí a valorar las cosas simples. La vida extraordinaria, la que sale en las películas, sólo está en las películas. La vida de los ciudadanos que viajan en buses atascados en los tranques no tiene mucho de heroica. O quizá sí la tenga.
De repente, enfrentar a la asfixiante rutina todos los días y cada hora de esos días es el más grande de los actos heroicos. Y lo es porque se hace por la felicidad de los seres queridos, convencidos de que tal bienestar es el nuestro. Sólo apreciando los pequeños detalles, se puede ser feliz así. Ya no podré discutir con Tania Tamara, pero ahora soy mejor persona, quiero más a la gente, soy más feliz.
3 comentarios:
Recuerdo muy bien que en una ocasión dijiste "no debemos preocuparnos por la muerte, sino por la vida". -Herví esa idea y la comparto en un plato de sopa-. La muerte, en su definición biológica, espiritual, moral, o la que sea, llegará. Entonces lo que queda es aprender a saber vivir. La muerte se ocupará de nosotros, nosotros debemos ocuparnos de la vida.
En dos días he estado pensando en la posibilidad de relatar un cuento corto sobre un individuo que, en un atormentado momento de euforia, declaraba, " éste será mi último cigarrillo de toda la vida ". Y la vaina fue así. No pasó ni una hora cuando el susodicho se arqueaba por un dolor en el pecho que hizo colapsar su corazón. Mi intención no es mostrar a los humanos que el fumar es parte de esas variadas sinrazones en la vida; sino que no se debe externar esas metáforas de delirios cruciales, y menos entre un grupo de poetas deprimidos por tantos amigos muertos en la bohemia del patio. Pero bien. Como carezco de ciertos " matraqueos " necesarios para unir las partes en un solo todo ( me refiero a temática, nudo central y desenlace )mi voluta se disipó en la oscuridad de mi morada en el cuarto. Todavía lo estoy pensando. Cómo llevar la desgracia repentina de este hombre, al penáculo de la fama. Cómo encenderle ironía a esos detalles que a pocas nos parecen ridículas o triviales, pero en ocasiones portan un filo con el que podríamos traspasar la palabra andante, bien ubicada y originalmente distribuída en el texto. No sé de qué carajo hablo, pero esto te lo envío con la intención de comunicar. Saludos.
Coño primo, despuès de ver el documental de Al Gorde el domingo, sobre Una Verdad Incòmoda...no he dejado de pensar en lo que describes, lo que he vivido, lo que me queda....y la verdad, no quiero morir aùn, pero hubiese preferido vivir en otra època y no ver como se destruye nuestra casa grande; como pena nuestra raza, como padecen los seres vivos...como la muerte y el mal avanzan sin parar.
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