"Si me preguntaran qué hay que hacer en la educación..., diría: desde primer año de básica hasta la universidad, una clase de lectura.”
Jorge Eduardo Rivera
Me he percatado que los adolescentes tienen un interés muy grande en escribir. Sólo así me puedo explicar el constante afán de rayar las paredes. Sin embargo, ¿por qué sólo unos cuantos crecen hasta convertirse en poetas y muchos no pasan de ser vándalos del graffiti? Me imagino que todos quieren decir algo, pero que no todos pagan el precio exigido por perfeccionar su arte literaria.
Creo que el primer pago consiste en cubrir la cuota de la imaginación. Dejar brotar de la mente, sin temor a las burlas, los mundos maravillosos de la fantasía. Pero a la presión de grupo muy pocos mundos imaginarios sobreviven. A saber cuantos posibles grandes escritores no sobrevivieron al mote de “el loco de la clase”. Y en nuestro Panamá, el que dirán rige dictatorialmente la vida de muchos ciudadanos.
El segundo pago es el de la observación. Sí, poseer la capacidad de observar es necesaria para el literato. Sería fácil concluir que si sólo fuese necesaria esta condición, Panamá sería cuna privilegiada de muchos escritores. ¡Con la afición que tenemos por la vida ajena! Pero no es así. Es increíble, como a pesar de nuestra curiosidad, llegamos a suposiciones que poco tienen que ver con la realidad y mucho con nuestros prejuicios. Tenemos un terrible problema de tergiversación de los hechos y, por lo tanto, también de construcción coherente de las ideas.
Quizá el último pago tenga que ver con la cultura, específicamente, con el número horas de lecturas que se practican a la semana. Sin leer, no es posible ser escritor. Aunque, pensándolo bien, sin el hábito de lectura no es posible crecer integralmente como persona. La lectura es para la mente como las pesas para el cuerpo. Es más, creo que el hábito de la lectura inteligente bien pudiera ayudarnos a romper las cadenas del que dirán y de los prejuicios.
Jorge Eduardo Rivera
Me he percatado que los adolescentes tienen un interés muy grande en escribir. Sólo así me puedo explicar el constante afán de rayar las paredes. Sin embargo, ¿por qué sólo unos cuantos crecen hasta convertirse en poetas y muchos no pasan de ser vándalos del graffiti? Me imagino que todos quieren decir algo, pero que no todos pagan el precio exigido por perfeccionar su arte literaria.
Creo que el primer pago consiste en cubrir la cuota de la imaginación. Dejar brotar de la mente, sin temor a las burlas, los mundos maravillosos de la fantasía. Pero a la presión de grupo muy pocos mundos imaginarios sobreviven. A saber cuantos posibles grandes escritores no sobrevivieron al mote de “el loco de la clase”. Y en nuestro Panamá, el que dirán rige dictatorialmente la vida de muchos ciudadanos.
El segundo pago es el de la observación. Sí, poseer la capacidad de observar es necesaria para el literato. Sería fácil concluir que si sólo fuese necesaria esta condición, Panamá sería cuna privilegiada de muchos escritores. ¡Con la afición que tenemos por la vida ajena! Pero no es así. Es increíble, como a pesar de nuestra curiosidad, llegamos a suposiciones que poco tienen que ver con la realidad y mucho con nuestros prejuicios. Tenemos un terrible problema de tergiversación de los hechos y, por lo tanto, también de construcción coherente de las ideas.
Quizá el último pago tenga que ver con la cultura, específicamente, con el número horas de lecturas que se practican a la semana. Sin leer, no es posible ser escritor. Aunque, pensándolo bien, sin el hábito de lectura no es posible crecer integralmente como persona. La lectura es para la mente como las pesas para el cuerpo. Es más, creo que el hábito de la lectura inteligente bien pudiera ayudarnos a romper las cadenas del que dirán y de los prejuicios.
1 comentario:
Muy interesantes observaciones..
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