“La verdad que es muy raro: calvo, sus brazos son largos para su tamaño y carece de pestañas. No habla, pero no es mudo porque cuando lo hace murmura palabras incomprensibles.”
Leadimiro González
C.
A
propósito de la publicación Semblanza múltiple del cuento en Panamá
(Compilación de 95 cuentistas panameños vivos), se me ocurrió dialogar brevemente
con el responsable de esta, el cuentista Enrique Jaramillo Levi.
Antes, una pregunta para mí mismo: ¿importa?
¿Importa dedicar tiempo, esfuerzo y recursos para antologar a otros cuentistas?
¿A quién le importa? Pienso que lo que cada uno considere importante, está determinado
por su vocación personal. Para Enrique publicar a los cuentistas de su tiempo
es importante. A Jaramillo Levi le importan las antologías.
“No creo perder mi tiempo, no. Por el
contrario, siento que lo estoy enriqueciendo tanto en mi propio provecho como
para el de los demás, incluidos los lectores presentes y futuros. Y más porque,
como estudioso de la literatura nacional, sobre todo del cuento, estoy muy
consciente de la calidad y cantidad de nuevos creadores que han surgido con
gran esfuerzo a finales del Siglo XX y en lo que va del Siglo XXI,
perfectamente diferenciados entre sí en sus muy particulares estilos de
escritura.”
Enrique Jaramillo Levi
Toda recopilación de textos literarios ¿es una antología?
Quizás no. Me parece, a mí me parece, que una compilación de escritos, de
cualquier género, que aspire a tal título debe pretender recoger en sus páginas
la excelencia escrita que represente un tópico en particular: un autor, una
época, un tema, etc.
“En rigor, no. Aunque la gente los confunde. Una verdadera antología es
más selecta, más exigente, más representativa, de menor volumen. Representa lo
mejor de algo, a juicio del antologador. La diferencia entre una compilación o
recopilación y una antología es, por un lado, el rigor, y por otro la
cantidad de textos o autores seleccionados como propios de un
momento histórico, de un género literario o de una cierta manera de
escribir. "Semejanza múltiple del cuento en Panamá", por el tiempo
que cubre (casi un siglo) y la cantidad de autores vivos representados (95), es
eso, y no una antología (por más que se diga que uno "antologa" a los
autores incluidos). Por otra parte, acabo de mandar a la imprenta una
antología del cuento erótico en Panamá, que consta de 27 autores vivos:
"Consumación de Eros". Tienen en común su carácter colectivo. Hace
años, viviendo en México, también antologué y compilé literatura mexicana y
centroamericana en general.”
E. J. L.
A inicios del siglo 21, gracias a
mis madrinas Marissa Montesano y María Trejos, la Editorial Alfaguara me confió
la recopilación de 13 cuentos de 13 cuentistas panameños, nacidos entre 1950 y
1970, y que tuviesen por lo menos un libro de cuentos publicados al final del
siglo 20. Sé que otros amigos han hecho lo suyo en esa área, recuerdo a Juan A.
Gómez, Moisés Pinzón y Ramón Oviero. ¿Y Jaramillo Levi? ¿De cuántas antologías
del cuento panameño habrá sido responsable?
“Por lo menos de 12, empezando por "Antología
crítica de joven narrativa panameña", la primera, publicada por Federación
Editorial Mexicana, en México, en 1971. Y de al menos 8 compilaciones, otras de
las cuales serían "Flor y nata. Mujeres cuentistas de Panamá:
1939-2004" (Ed. Géminis, 2004) y "Minificcionario" (Panamá,
2018).” E. J. L.
Sin querer pecar de reiterativo,
la pregunta de cajón es la inicial: ¿qué lo habrá motivado a asumir tal misión?
“Hay cuatro actividades literarias que siempre han
convivido en mí, desde muy joven: el escritor (cuentista, poeta, ensayista); el
promotor cultural; el profesor universitario, director de talleres de cuento e
investigador; y el editor. Nunca los había pensado como una "misión",
sino más bien como una necesidad de divulgación y catalogación de la literatura
nacional que alguien debía acometer después de la labor realizada desde finales
del siglo XIX en el Panamá colombiano por Guillemo Andreve; y luego de otra
manera por Rodrigo Miró Grimaldo y Ricardo Segura en el siglo XX. Sobre todo,
en el cuento. Y esas tareas no las pienso por separado sino como un solo bloque
investigativo que requiere divulgarse.”
E. J. L.
Doce antologías o recopilaciones.
La primera en 1971 y la última en 2021. 50 años de vida como antologador y,
también, recopilador.
“La primera ya la mencioné; la más reciente estoy
trabajando en ella ahora mismo, y si los dioses no deciden otra cosa, habrá de
salir en unos tres meses: Una antología de cuentistas panameñas vivas que
surgen en lo que va del siglo XX; se llamará: "Ofertorio: Secuencias y
consecuencias." con unas 40 nuevas cuentistas talentosas que publican su
primer libro entre el año 2000 y este 2021, y que, pese a su variedad y
talento, poco se conocen.
E. J. L.
Tengo que ser sincero, la misión
que Alfaguara y mis madrinas me asignaron puso sobre mi persona, por un tiempo
prudencial, los reflectores del mundo literario. Me abrió las puertas de
Centroamérica. Ya antes había tenido mis pininos, publiqué textos de los
participantes de los talleres literarios que facilité, pero también tengo que
confesar que no es fácil el asunto. Para conseguir la obra y el permiso de
publicación, increíblemente, hay que desarrollar hábiles dotes diplomáticas.
Entonces, para alguien que ya tiene un lugar en la historia de la literatura,
la panameña y la de otros lares, debe haber otro tipo de satisfacción.
“Cada proyecto de este tipo que se materializa es
una gran satisfacción personal, por el esfuerzo enorme que representa en
investigación, lecturas, selección y logro de fondos para la publicación. Por
lo que cuando sale al fin el nuevo libro, es un parto sano que se agradece.”
E. J. L.
Las recopilaciones de las que fui
responsable pronto, de repente muy pronto, dejaron de circular. ¿Los críticos literarios
habrán acudido a ellas? ¿Y a las de Enrique?
“En general sí, pero como sabemos los críticos
nacionales son pocos y a ellos casi nadie los lee cuando se atreven a publicar
sus juicios de valor. Siempre he tenido buena respuesta de ensayistas como
Rodolfo de Gracia, Fredy Villarreal Vergara, Melquiades Villarreal Castillo,
Ela Urriola, Ariel Barría Alvarado, Irina de Ardila y Margarita Vásquez Quirós,
entre otros. En el exterior sí suele haber una buena respuesta crítica, pero es
lenta y demasiado encapsulada en los ámbitos poco comunicativos de las
academias; los tres críticos que más se han ocupado de la literatura panameña son
Fernando Burgos (chileno; Universidad de Memphis, Tennessee), Ángela Romero
Pérez (española; Universidad de Liverpool, Inglaterra) y Aracelo Soní Soto
(mexicana; Universidad Autónoma Metropolitana).”
Estamos,
no únicamente en una época de cambios, sino en un cambio de época. El mundo
virtual cada día es más nuestra realidad. ¿Se imaginará Enrique como
antologador de una antología del cuento panameño en formato digital?
“No te puedo
responder esa pregunta, ya que no sé moverme en absoluto en el mundo digital.
En ese sentido, me quedé anclado a la Edad Media. Esa labor tendría que hacerla
otra persona.”
E. J. L.
Cincuenta
años, doce antologías y cientos de cuentistas publicados. Una marca muy difícil
de emular, porque además es una labor realizada en dos siglos y dos milenios
diferentes. ¿Es posible que en esa docena de libros falten algunos cuentistas
panameños? Claro que es posible. Todo es perfeccionable, porque todo es
imperfecto. Nuestras expectativas, generalmente, son ideales y no reales. Pero,
también es posible que con esa docena de libros (más el resto de las antologías
y recopilaciones del cuento panameño hechas por otras personalidades del mundo
literario istmeño), se pueda constituir la Cátedra del Cuento Panameño. ¿Mucho
ideal y poca realidad? ¿O ya es tiempo que lo hagamos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario