“La poesía es pan para comer.”
Alberto López Serrano
Inventario.
Madrugar, taxi, viaje de ida. Reencuentro, encuentro, los viejos amigos, los
nuevos. Poetas y trashumantes en versos. Logística y logísticos, escoltas y
escoltados. Equipo de apoyo. Inauguración. Recitales. Traslados. Más recitales.
Reuniones de trabajo, reuniones de festejos. Jóvenes descubriendo el agua
tibia, viejos quemándose con ella. Sonrisas danzantes en islas de xeca mojadas
y ubérrimas.
Reseña. Homenaje
al Grupo Nuevos Signos. 1968-2018. Julio Fausto, Luís Alfredo, Antonio,
Francisco, Delia, Roberto y José Luís. Poesía versus violencia. Todavía hay violencia, también poesía.
Ningún poeta se ha rendido. Los versos siguen en marcha y a la carga.
Reflexión. ¿Y
por qué un festival de poesía dedicado a los emigrantes desaparecidos? ¿Y por
qué no? ¿Por qué no? Pensemos. Sintamos. ¿Quiénes son los desaparecidos? Antes fueron
los desplazados por esa perra rabiosa, la que arrasó la tierra, la guerra. Hoy son
los mordidos por la hiena sarnosa, la que aleja los frijoles de la mesa, la que
condena a la infancia a la ignorancia y a las madres a la enfermedad. Crocuta crocuta,
pobreza de los pobres. Huyendo de la miseria, se toparon con el vacío de, ¿de
qué? ¿Qué les ocurrió? Ese es el dolor. Nadie lo sabe.
El oficio
poético consiste en que el lector descubra su propia humanidad en los versos
paridos por el poeta. Un festival debería imitar esa virtud. ¿Acaso el padre de
Claudia patricia no merece escuchar un verso como: “ese rocío de la aurora, hoy
es plasma que mancha la tierra”?
Tuve una
conversa con el Tata Juanito. Le entendí que la espiritualidad Maya trata sobre
equilibrio. Armonía y discordia. Si desaparecen los emigrantes, los poetas, ¿no
deben aparecer?
Finalizó el festival, al día siguiente madrugué,
tomé un taxi, un avión y regresé a casa.