“La vida práctica cotidiana es ingenua.”
Edmund Husserl
Edmund Husserl
Llegó mayo, llovió, nos dejó sus inundaciones o mejor dicho, conmociones, y hace rato que ya se fue. Me interesa hablar de dos de esos jaleos. El primero, la pandémicamente famosa gripe porcina. El 7 de mayo las autoridades mexicanas informaron del regreso a la normalidad y a la reactivación de la actividad cotidiana en las escuelas, universidades, cines, etc. Me llamó mucho la atención la recomendación hecha para reabrir los teatros: que los asistentes se sentasen banca vacía de por medio. Sí. Cinéfilos y butacas desocupadas acomodados cual tablero de ajedrez o damas. Curioso, ¿verdad?
¿Lo normal es que vivamos de sobresalto en sobresalto, de amenaza en amenaza? Cuando no son los terroristas, son los puercos estornudando. Pero por supuesto, siempre cuidando los negocios. Por mera salubridad básica, un animal no sacrificado en un matadero reglamentado no es de consumo humano. Sin embargo, los productores se apresuraron a declarar que no importaba que el animal hubiese muerto por la gripe, que se podía consumir su carne. ¡Ey! ¡Qué no es el H1N1! ¡Qué es que la carne se pudo podrir en el tiempo en que demoraron en encontrar al puerco fallecido!
La otra conmoción que quiero mencionar fueron las elecciones generales en la República de Panamá. Antes de efectuados los comicios, la candidata oficialista fue acusada de ser ficha de Hugo Chávez. Después de las elecciones, el presidente electo fue acusado de poder convertirse en un dictador populista de la derecha. Les soy franco, a mí todas esas declaraciones me suenan a sembrar miedos. Buenas relaciones con la República Bolivariana de Venezuela me parecen una buena noticia, ¿o acaso se nos olvida que esa hermana nación produce petróleo? Y que el presidente entrante se pueda convertir en dictador, lo dudo. Va a tener suficientes problemas con ver que hace para cumplir las expectativas de sus tantas promesas hechas, que dificulto le quede tiempo para crear una estructura de poder que perdure más allá de lo que determinen la ley y el ánimo de los panameños. Ya estoy harto de este negocio de sembrar miedos, que total sólo sirve para cosechar más miedos.
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