Somos un vaivén entre Dios y el átomo
Isabel Herrera de Taylor
Arte y ciencia están relacionadas. Es así, porque la creatividad artística y la científica residen en un mismo órgano del cuerpo humano, el cerebro. Luego, la imaginación permitirá el uso de esa creatividad para representar la vida por medio de las distintas expresiones del arte o buscar explicaciones por medio de la ciencia.
Me resulta interesante el uso de palabras científicas para darle connotación a lo que se dice en un poema. En la literatura hispanoamericana el vocabulario científico ha sido utilizado por Antonio Machado en su poema El gran cero; Jorge Luís Borges en El Alquimista y por Carlos F. Chang Marín con su poesía Elegía en la muerte de Laika (perrita que viajó a la Luna), entre otros. Hace poco, leyendo el libro Meditación en un laberinto y otros extravíos de Javier Romero Hernández, encontré Palabras de un clon, composición poética en cuyos versos el poeta utiliza las palabras “bioquímica, electrones, átomo y genoma,” entre otras, de manera acertada, lo que confirma que ciencia y poesía no se anteponen. El escritor incorpora al concepto científico el matiz lírico. Los versos poseen ritmo, característica importante en un poema.
Con los riesgos propios del tratar de escribir bien, deseo expresar algunas ideas sobre este poema, a pesar de que mis palabras salgan con la ingenuidad propia del lego, pero nunca serán palabras necias. Siento un aguijón que me obliga “aunque no tengamos de poeta la gracia que no quiso darnos el cielo” según ha dicho el muy admirado profesor Rodolfo de Gracia, en su ensayo Sumergiéndonos de Mar a Mar, de su libro Poesía, narrativa y reflexión.
Javier Romero Hernández entra al oficio de escritor con buen pie, pues ya obtuvo el premio único Demetrio Herrera Sevillano de Poesía 2002 y primera mención de honor en el concurso de poesía Gustavo Batista Cedeño 2004, con la obra Poemas para encontrar a un ser humano, que posee varios poemas entre los cuales podemos mencionar: Hombre, Palabras de un clon, Prehistórico, Neosapiens y Átomo y todos ellos conceptualizan términos científicos.
Palabras de un clon, es un poema en cuatro partes y de verso libre. Además del uso del argot bioquímico, me atrajo su música interna. Quizás sea ese ritmo que tienen las frases lo que hace que ciertos escritos nos gusten más que otros.
El poema inicia con el hablante lírico contando el origen de la creación del hombre y mezcla la participación divina con las teorías científicas:
“Como toda buena Teogonía / primero fue la oscuridad, / la Bioquímica danzaba / en los caminos del origen; / (…) / Las claves de la lengua / —veloces electrones— / surcaban el primer silencio / que ningún oído humano escuchará.”
Un clon es un individuo genéticamente idéntico a otro, según la biología. Poéticamente este clon representa a toda la especie humana y narra su historia. Inicia diciendo “Como toda buena Teogonía”, ¿será que el poeta toma partido por lo divino? Luego agrega “la Bioquímica danzaba en los caminos del origen”, ¿podríamos considerar que se desplaza a una posición científica? Según los científicos hubo un momento en el devenir del tiempo en que las condiciones fueron propicias (la presencia del agua y cierta energía) para que los átomos formaran moléculas y a partir de éstas se originara la vida. En oposición, la Teología asegura que Dios creó a Adán y a Eva. Sin embargo el ser humano común y corriente que está preocupado por la diaria existencia hace un sincretismo de ambas propuestas y sigue su rutina en un vaivén entre Dios y el átomo. El versista expone esta fluctuación porque la poesía, además de palabras hermosas, es reflexión.
A los científicos y a los poetas les preocupa el origen de la vida y cada uno escribe obras ya científicas, ya literarias para explicarlo. La mayoría de los seres humanos viven indiferentes a esos escritos o no los comprenden. Esa oscuridad que ningún oído escuchará de la que nos habla el poeta es la ausencia del conocimiento. Se desea llevar luz sobre ese tiempo primigenio y por qué no: al actual. Arte y Ciencia, que surgen casi al azar en el inicio, se convierten con el pasar del tiempo en instrumentos de búsqueda de la verdad.
El hablante lírico usa las palabras científicas para explicar lo que el autor aprendió de la Biología. Ante el ¿quienes somos? y ¿cuál es nuestro origen?, responde con ¡magnífica armonía entre conceptos científicos y poesía!:
“Los ácidos nucleares (nucleícos dice la bioquímica)/ eran dioses diminutos /que esparcían pensamientos, gestos /rescataban antiguos planos de ensamblajes; entonces fue el crepúsculo/ el soplo de la espuma / la creación de lo divino/ en los laberintos del genoma.”
“Los ácidos nucleicos eran dioses diminutos” dice el poema refiriéndose a la función de éstos como parte de la doble hélice del ADN, que constituye el gen, la unidad de información hereditaria. El genoma no sólo es laberíntico, también guarda el secreto de las características de los seres vivos, ya sean los cabellos del color de la noche, los labios sensuales, las alas de la mariposa o que una rosa sea una rosa.
Los científicos afirman que todo hombre y mujer de esta hermosa Tierra nuestra tuvo su origen geográfico en África y que no existen mayores diferencias genéticas entre las llamadas razas humanas. Entonces ¿a qué responden los racismos y guerras entre las naciones? Responden a las diferencias culturales. Respuesta que no es simplista, porque compleja es la palabra cultura. Quiero deducir que en el siguiente discurso, el poeta hace un llamado al acercamiento entre los habitantes de este planeta solitario, ubicado entre el sol y lo incógnito.
¿Aún no lo comprendes?/ Yo / vivía en ti como tú en mí / desde antes de las invasiones del esperma, / la historia y el fusil entre las manos, / la pupila y la imagen de la sombra / antes que el sexo tomara su ración de sentimiento.
El poema también nos habla del tiempo. El tiempo es movimiento.
“El tiempo no es materia/ pero emerge en cada movimiento de tu cuerpo / en cada insinuación de nacimiento / como un beso / que parece ser también una palabra.”
El tiempo se data al producirse una nueva vida; y cada vida nueva significa cambio. Tiempo, cambio y vida se unen para formar eso que llamamos Historia. Cada vida lleva su propia cuenta aunque estemos inmersos en el mismo espacio, el tiempo nunca es el mismo para cada individuo. El tiempo es un infinito donde las acciones se dan una y otra vez hasta que cada quien duerme para siempre y se convierte en polvo.
En la parte tres de Palabras de un Clon, el poeta le hace al lector una serie de preguntas, que quizás (sugiero yo) se hizo a sí mismo cuando decidió retirarse de la carrera de Medicina para estudiar Humanidades y entregarse por entero a escribir. Javier Romero decidió ser escritor y en el más íntimo y el más antiguo de los géneros literarios: la poesía, para la cual pareciera que sus genes ya estaban codificados. Género literario que es un Dorian Gray, que lucha por mantenerse joven en este mundo del consumo y la televisión, gracias al alma de los versificadores.
¿Por qué de pronto el hombre se sitúa en una esquina de la vida? pregunta el poeta y yo respondo: Tú estabas en un puerto llamado Ciencia y tal vez te consumía el deseo de navegar por todos los meandros de ese largo río que es la vida y por conocer tantas bahías, golfos, islas… el mundo. En una esquina de la vida viven muchas personas. Temen conocer a otros seres humanos, otras formas de pensar o de ser culturalmente. Temen al cambio.
Palabras de un clon nos dice en su última parte que el hombre desea ser eterno y el hablante dice con estética lo que ya ha confirmado el quehacer científico: “…porque vida y muerte / son el equilibrio / entre dos arreglos de energía / que sostienen la unidad de la materia/ en el seno de lo inmenso.”
La vida es desequilibrio, la búsqueda de algo, el cambio, el hacer. Cuando la vida cesa, se llega a la quietud, al equilibrio, y la energía se convierte en otra para ser utilizada o revertir al universo.
Y por eso ante el deseo del hombre de ser eterno podríamos decirle: Sí, eres eterno cuando te conviertes en polvo y vuelves a tus orígenes, al átomo. El poema se despide con palabras muy sencillas:
¿Quieres ser eterno?: / La eternidad / ha sido siempre/ el hálito del polvo.
Larga vida a la actividad creadora de este joven, quien ha buscado su camino y lo ha encontrado.
Isabel Herrera de Taylor 4 de octubre, 2007
Isabel Herrera de Taylor
Arte y ciencia están relacionadas. Es así, porque la creatividad artística y la científica residen en un mismo órgano del cuerpo humano, el cerebro. Luego, la imaginación permitirá el uso de esa creatividad para representar la vida por medio de las distintas expresiones del arte o buscar explicaciones por medio de la ciencia.
Me resulta interesante el uso de palabras científicas para darle connotación a lo que se dice en un poema. En la literatura hispanoamericana el vocabulario científico ha sido utilizado por Antonio Machado en su poema El gran cero; Jorge Luís Borges en El Alquimista y por Carlos F. Chang Marín con su poesía Elegía en la muerte de Laika (perrita que viajó a la Luna), entre otros. Hace poco, leyendo el libro Meditación en un laberinto y otros extravíos de Javier Romero Hernández, encontré Palabras de un clon, composición poética en cuyos versos el poeta utiliza las palabras “bioquímica, electrones, átomo y genoma,” entre otras, de manera acertada, lo que confirma que ciencia y poesía no se anteponen. El escritor incorpora al concepto científico el matiz lírico. Los versos poseen ritmo, característica importante en un poema.
Con los riesgos propios del tratar de escribir bien, deseo expresar algunas ideas sobre este poema, a pesar de que mis palabras salgan con la ingenuidad propia del lego, pero nunca serán palabras necias. Siento un aguijón que me obliga “aunque no tengamos de poeta la gracia que no quiso darnos el cielo” según ha dicho el muy admirado profesor Rodolfo de Gracia, en su ensayo Sumergiéndonos de Mar a Mar, de su libro Poesía, narrativa y reflexión.
Javier Romero Hernández entra al oficio de escritor con buen pie, pues ya obtuvo el premio único Demetrio Herrera Sevillano de Poesía 2002 y primera mención de honor en el concurso de poesía Gustavo Batista Cedeño 2004, con la obra Poemas para encontrar a un ser humano, que posee varios poemas entre los cuales podemos mencionar: Hombre, Palabras de un clon, Prehistórico, Neosapiens y Átomo y todos ellos conceptualizan términos científicos.
Palabras de un clon, es un poema en cuatro partes y de verso libre. Además del uso del argot bioquímico, me atrajo su música interna. Quizás sea ese ritmo que tienen las frases lo que hace que ciertos escritos nos gusten más que otros.
El poema inicia con el hablante lírico contando el origen de la creación del hombre y mezcla la participación divina con las teorías científicas:
“Como toda buena Teogonía / primero fue la oscuridad, / la Bioquímica danzaba / en los caminos del origen; / (…) / Las claves de la lengua / —veloces electrones— / surcaban el primer silencio / que ningún oído humano escuchará.”
Un clon es un individuo genéticamente idéntico a otro, según la biología. Poéticamente este clon representa a toda la especie humana y narra su historia. Inicia diciendo “Como toda buena Teogonía”, ¿será que el poeta toma partido por lo divino? Luego agrega “la Bioquímica danzaba en los caminos del origen”, ¿podríamos considerar que se desplaza a una posición científica? Según los científicos hubo un momento en el devenir del tiempo en que las condiciones fueron propicias (la presencia del agua y cierta energía) para que los átomos formaran moléculas y a partir de éstas se originara la vida. En oposición, la Teología asegura que Dios creó a Adán y a Eva. Sin embargo el ser humano común y corriente que está preocupado por la diaria existencia hace un sincretismo de ambas propuestas y sigue su rutina en un vaivén entre Dios y el átomo. El versista expone esta fluctuación porque la poesía, además de palabras hermosas, es reflexión.
A los científicos y a los poetas les preocupa el origen de la vida y cada uno escribe obras ya científicas, ya literarias para explicarlo. La mayoría de los seres humanos viven indiferentes a esos escritos o no los comprenden. Esa oscuridad que ningún oído escuchará de la que nos habla el poeta es la ausencia del conocimiento. Se desea llevar luz sobre ese tiempo primigenio y por qué no: al actual. Arte y Ciencia, que surgen casi al azar en el inicio, se convierten con el pasar del tiempo en instrumentos de búsqueda de la verdad.
El hablante lírico usa las palabras científicas para explicar lo que el autor aprendió de la Biología. Ante el ¿quienes somos? y ¿cuál es nuestro origen?, responde con ¡magnífica armonía entre conceptos científicos y poesía!:
“Los ácidos nucleares (nucleícos dice la bioquímica)/ eran dioses diminutos /que esparcían pensamientos, gestos /rescataban antiguos planos de ensamblajes; entonces fue el crepúsculo/ el soplo de la espuma / la creación de lo divino/ en los laberintos del genoma.”
“Los ácidos nucleicos eran dioses diminutos” dice el poema refiriéndose a la función de éstos como parte de la doble hélice del ADN, que constituye el gen, la unidad de información hereditaria. El genoma no sólo es laberíntico, también guarda el secreto de las características de los seres vivos, ya sean los cabellos del color de la noche, los labios sensuales, las alas de la mariposa o que una rosa sea una rosa.
Los científicos afirman que todo hombre y mujer de esta hermosa Tierra nuestra tuvo su origen geográfico en África y que no existen mayores diferencias genéticas entre las llamadas razas humanas. Entonces ¿a qué responden los racismos y guerras entre las naciones? Responden a las diferencias culturales. Respuesta que no es simplista, porque compleja es la palabra cultura. Quiero deducir que en el siguiente discurso, el poeta hace un llamado al acercamiento entre los habitantes de este planeta solitario, ubicado entre el sol y lo incógnito.
¿Aún no lo comprendes?/ Yo / vivía en ti como tú en mí / desde antes de las invasiones del esperma, / la historia y el fusil entre las manos, / la pupila y la imagen de la sombra / antes que el sexo tomara su ración de sentimiento.
El poema también nos habla del tiempo. El tiempo es movimiento.
“El tiempo no es materia/ pero emerge en cada movimiento de tu cuerpo / en cada insinuación de nacimiento / como un beso / que parece ser también una palabra.”
El tiempo se data al producirse una nueva vida; y cada vida nueva significa cambio. Tiempo, cambio y vida se unen para formar eso que llamamos Historia. Cada vida lleva su propia cuenta aunque estemos inmersos en el mismo espacio, el tiempo nunca es el mismo para cada individuo. El tiempo es un infinito donde las acciones se dan una y otra vez hasta que cada quien duerme para siempre y se convierte en polvo.
En la parte tres de Palabras de un Clon, el poeta le hace al lector una serie de preguntas, que quizás (sugiero yo) se hizo a sí mismo cuando decidió retirarse de la carrera de Medicina para estudiar Humanidades y entregarse por entero a escribir. Javier Romero decidió ser escritor y en el más íntimo y el más antiguo de los géneros literarios: la poesía, para la cual pareciera que sus genes ya estaban codificados. Género literario que es un Dorian Gray, que lucha por mantenerse joven en este mundo del consumo y la televisión, gracias al alma de los versificadores.
¿Por qué de pronto el hombre se sitúa en una esquina de la vida? pregunta el poeta y yo respondo: Tú estabas en un puerto llamado Ciencia y tal vez te consumía el deseo de navegar por todos los meandros de ese largo río que es la vida y por conocer tantas bahías, golfos, islas… el mundo. En una esquina de la vida viven muchas personas. Temen conocer a otros seres humanos, otras formas de pensar o de ser culturalmente. Temen al cambio.
Palabras de un clon nos dice en su última parte que el hombre desea ser eterno y el hablante dice con estética lo que ya ha confirmado el quehacer científico: “…porque vida y muerte / son el equilibrio / entre dos arreglos de energía / que sostienen la unidad de la materia/ en el seno de lo inmenso.”
La vida es desequilibrio, la búsqueda de algo, el cambio, el hacer. Cuando la vida cesa, se llega a la quietud, al equilibrio, y la energía se convierte en otra para ser utilizada o revertir al universo.
Y por eso ante el deseo del hombre de ser eterno podríamos decirle: Sí, eres eterno cuando te conviertes en polvo y vuelves a tus orígenes, al átomo. El poema se despide con palabras muy sencillas:
¿Quieres ser eterno?: / La eternidad / ha sido siempre/ el hálito del polvo.
Larga vida a la actividad creadora de este joven, quien ha buscado su camino y lo ha encontrado.
Isabel Herrera de Taylor 4 de octubre, 2007