domingo, 3 de enero de 2016

LOS AÑOS PASAN, LOS DÍAS SON ETERNOS


"Vivir es nacer a cada instante."
Erich Fromm

Los años pasan, pero los días son eternos. Cada diciembre muere un año y lo recordamos con alegría y dolor, y tal vez tarde o quizás más temprano lo olvidaremos y volverá a morir. Sin embargo, cada amanecer llega con un nuevo día y cada atardecer se lo lleva, y eso es eterno, mientras haya planeta que gire; lo más probable es que, sino ocurre una tragedia o llega una gran dicha, lo olvidemos. Total, mañana dispondremos de otro día.
Los años pasan, pero los días son eternos. Y abrimos los ojos y caminamos al baño y nos lavamos los dientes y trabajamos o vagueamos y volvemos a cerrar los ojos sobre la almohada. Y todo lo hacemos sin darnos cuenta, como si hubiéramos estado todo el día dormidos. Y parece que así vivimos: dormidos. Con los ojos abiertos, pero dormidos. Afeitados y maquillados y perfumados, pero dormidos. Total, mañana dispondremos de otro día.
Los años pasan, pero los días son eternos. Y ellos, los días, nos invitan a compartir su eternidad, a gozar de sus 86 400 segundos, a estar aquí y ahora sus 1 440 minutos. Sin embargo, parece que los oídos nos rebozan en cera. Y por tener la boca llena de palabras, palabras que no encuentran nido entre tanto oído lleno de cerumen, pasan los días como si fuésemos inmortales. Total, mañana dispondremos de otro día.
Los años pasan, pero los días son eternos. Y estamos invitados a la eternidad, a despertar y estar despiertos, a comprender que las cabras turquesas que rumian los musgos de la luna son espejismos inconvenientes si nos impiden ver y vernos en la realidad, nuestra realidad. No es verdad que mañana dispondremos de otro día, eso nadie lo tiene seguro. Lo único seguro es que este día estamos vivos y vivir es nacer y crecer cada día.