"RUBÉN DARÍO, PRECURSOR DE LA UNIDAD
LATINOAMERICANA"
(De la belleza como razón del compromiso latinoamericanista)
"¡Es con voz de la
Biblia, o verso de Walt Whitman,
Que habría que
llegar hasta ti, Cazador!
Primitivo y moderno,
sencillo y complicado,
Con un algo de
Washington y cuatro de Nemrod."
Hablar de las Américas, así, en plural, nunca es equivocado. El Nuevo
Mundo quedó dividido de acuerdo a los intereses coloniales de Europa. Y hoy en día,
aún es así. A pesar de hablar inglés, Barbados y Belice no pertenecen a la
misma América que conforman Canadá y Estados Unidos. La muy orgullosa
Massachussets está más próxima de Londres que de Jamaica. ¿Podría alguien
dudarlo? No es el idioma, es la economía quien nos une y desune.
A la América Mestiza le fue impuesto un sistema económico que la desangró
y aún desangra en mezquindades; sus minorías prefirieron y prefieren el papel
de socios minoritarios de las potencias hegemónicas y olvidan las causas que
alentaron las guerras de independencia.
Por su parte, la América bostoniana se auto concibió como fuerza suprema
del continente y a los 47 años de su independencia, en 1823, en teoría, repito,
en teoría emplazó a Europa al proclamar la Doctrina Monroe resumida en su
consigna: América para los americanos. En la práctica, dicho lema significa que
este continente es para el beneficio de los Estados Unidos y también para sus
socios europeos. Washington más temprano que tarde resolvió con el Reino Unido
el conflicto nacido el 4 de julio de 1776 y ambas naciones se convirtieron en
socios en la empresa de expoliar a la América Latina. Pienso que esto se
confirma con la ocupación británica de las islas Malvinas (20 de diciembre de 1832), ocurrida 9 años después
de la promulgación de la famosa doctrina. ¡Cómo olvidar a Ronald Reagan durante
la guerra de 1982!
Hablar de las Américas es hablar del éxito y del fracaso. La América
de Bolívar y Morazán nació en contraposición a la de Washington y Jefersson y
el éxito de esta última se debe, en gran medida, al fracaso de la primera. Esta
idea aún no la hemos terminado de entender. Todavía seguimos imitando a
Pedrarias y a Balboa, todavía seguimos decapitándonos. Hoy Darío nos convoca a
discutir el tema sin intentar decapitarnos. ¿Podremos?
Quienes acuñaron el término América Latina fueron el filósofo
chileno Francisco Bilbao y el poeta colombiano José María Torres Caicedo. Sin
embargo, fue Darío quien predice como será el comportamiento latinoamericano:
nosotros, los habitantes de la América mestiza e hispana reaccionamos, a favor
o en contra, a los intereses de la América blanca y anglosajona. La iniciativa
no nos pertenece, la pasividad es nuestra dueña.
El mismo Darío no pudo escapar a dicho proceder y reaccionó a una de
las intervenciones imperiales. Por supuesto que lo hizo en contra del emperador
abusivo. El 3 de noviembre de 1903 Panamá se separó de Colombia. El 18 de
noviembre de ese mismo año se firmó el infame tratado Hay-Bunau Varilla entre los Estados Unidos de América y la recién nacida República
de Panamá. En dicho convenio la joven nación cedía perpetuamente al imperio su
soberanía sobre la franja de territorio que albergaría las instalaciones del
Canal de Panamá. Rubén Darío no pudo callar. Así nació la Oda a Roosevelt. Una
reacción, un anuncio y un par de sugerencias.
Soy panameño. Permítanme un
pequeño paréntesis. Muchas dudas despierta la abrupta conversión de un
departamento colombiano en país independiente. Pero para aclararlas están los
hechos históricos. La larga presencia colonial de los estadounidenses en el
territorio panameño inició mucho antes de la mencionada separación. A través
del tratado Mallarino-Bidlack de 1846, los colombianos pidieron al coloso norteño garantizar su
soberanía sobre el istmo panameño. Así nació la resistencia contra la presencia
estadounidense. Esta resistencia es fundamental en el imaginario panameño del
siglo XX.
El 15 de abril de 1856 ocurrió el
primer suceso armado entre istmeños y estadounidenses, el llamado Incidente de
la Sandía. Su saldo: 16 muertos y 15 heridos estadounidenses,
13 heridos y 2 muertos panameños. Y no fue el único. El 9 de enero de 1964 y el
20 de diciembre de 1989 nos masacraron, pero ellos también tuvieron bajas. Sin
embargo, aquí lo importante a resaltar es que, a pesar de la fatídica frase del
presidente Roosevelt: I took Panamá, a
pesar de los 153 años de ocupación colonial y a pesar de toda la dominación
cultural, en las calles de Panamá el idioma que siempre se ha hablado es el
español. Gracias por permitirme esta digresión.
Regresando al tema que nos interesa, al vate leonense le fue
imposible quedarse impávido ante la prepotencia del presidente Theodore Roosevelt y expone su pensar y
sentir sobre lo que será Latinoamérica: el patio trasero de los Estados Unidos
de América.
“Eres los Estados
Unidos,
Eres el futuro
invasor
De la América
ingenua que tiene sangre indígena,
Que aún reza a
Jesucristo y aún habla en español.”
Es fácil y sencillo afirmar que como Darío era
poeta, a él sólo le interesaban las cuestiones relacionadas con el idioma
español. Pero el idioma es un ejercicio del poder y de resistencia. La Guerra Hispano-Estadounidense hacía
poco había terminado y ponderar al idioma español era declarar que ellos habían
ganado la guerra de los fusiles, pero no la de la palabra.
El español es arma esencial del ejercicio de
nuestro poder. En español está escrita la literatura del continente mestizo y
en español se gritan las consignas antiimperialistas. Hablar
español después de tantos años de colonización ideológica en toda Latinoamérica
no es poca cosa. Pero el poder de los
colonizados y de los socios minoritarios de las transnacionales también es el
poder del imperio; en español se dieron las órdenes de asesinar a nuestros
pueblos.
Sobran los ejemplos de protestas contra la
expoliación del poderío angloamericano. El antiimperialismo mantiene unida a
parte de Latinoamérica. Veo muy difícil que un habitante de estas tierras no
entienda y comprenda que significa eso de Yanqui go home.
Pero también abundan las coordinaciones latinoamericanas
a favor de los intereses de Wall Street. Más de una intervención militar estadounidense en Latinoamérica
fue solicitada y justificada por latinoamericanos. El proimperialismo existe. En el siglo XIX Suramérica
fue asolada por la guerra entre Paraguay y la Triple Alianza (Uruguay,
Argentina y Brasil). ¿Quién ganó con dicha guerra? El Reino Unido y sus bancos
sacaron pingues ganancias con el saqueo del Paraguay. En el siglo XX el Cono Sur
fue aterrorizado con la Operación Cóndor, donde esta vez las cúpulas militares
de los 4 países mencionados se aliaron para perseguir y eliminar a los
malvadamente llamados subversivos. Dicho operativo fue parte de la Doctrina de
Seguridad Nacional, estrategia político militar que los Estados Unidos impusieron
en América Latina a través de sus esbirros. ¿Adivinen que empresas se
apropiaron de la riqueza latinoamericana mientras se asesinaba a los supuestos
comunistas?
Aquella visión idílica que es el idioma español
quien nos une, no pasa de ser sólo eso,
un frenesí. En nuestra lengua se gritan las consignas antiimperialistas y en
español se redactan las órdenes de arrestos. Pero curiosamente los planes y
programas económicos no están escritos en español. He sabido de documentos que
llegan a nuestros países sin siquiera ser traducidos.
“Hay mil cachorros sueltos del León Español.
Se necesitaría,
Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible
y el fuerte Cazador, para poder tenernos en vuestras férreas garras.”
Estos tres versos me socavan el alma. Una de dos:
o Roosevelt efectivamente se convirtió
en dios o los cachorros que hablan español perdieron el filo de sus colmillos.
Latinoamérica se desunió y sigue desunida. Parece que las razones para
unirnos no nos pertenecen, parece que son iniciativas, a pesar del presidente
Obama, de un rubio, que habla inglés y que, para mantener su economía, amenaza
al planeta con sus muchos misiles nucleares. ¿Podremos encontrar razones
nuestras para unirnos?
Pienso que Darío, en el poema que estamos
escudriñando, nos da algunas pistas. Para ellos, los
americanos de la Norteamérica que está arriba del río Bravo, únicamente somos
materias primas, selva elemental, inmigrantes, gobiernos que firman sin
demasiadas condiciones los contratos. Pero aquí la pregunta básica es: ¿qué
somos nosotros para nosotros mismos?
La respuesta a esa pregunta será de acuerdo a que Latinoamérica sea
la que conteste. La socia minoritaria del imperio dará una respuesta diferente
a la permanentemente opuesta a los intereses imperiales. Y esa es precisamente
la tragedia, pareciera que nuestra latinoamericanidad está reducida a rechazar
o apoyar los intereses de Wall Street, a obedecer o desatender los mandatos
impartidos desde Washington. ¿No hay alternativa? Parece que dentro del orden
económico mundial y de las relaciones geo-políticas no hay opción.
La cosa no solamente no es fácil, es harto difícil salir de ese
jaque mate identitario en el que estamos atrapados. Las razones económicas
pesan mucho y determinan nuestra visión de Latinoamérica. Para muestra un
botón. En Panamá
inmediatamente firmado el tratado Hay-Bunau Varilla comenzó la resistencia y la lucha por la soberanía. Pero también
comenzó otro largo y tortuoso caminar: la consolidación de la identidad
nacional. Panamá no es un canal, en Panamá hay un canal, soy panameño, no
canalero. Esta visión de mi patria obviamente se contrapone con la de aquellos
otros panameños que la reducen a un territorio donde circula libremente el
dólar sin contrapartida de una moneda nacional; esos otros panameños no son
pocos. Y precisamente esa visión de Panamá, que no es más que una ausencia de
visión, se nos convirtió en tragedia, más ahora que el canal es nuestro. El rumbo
se perdió, parece cortado el hilo que nos unía.
Sin embargo, hay un hecho que me parece debe resaltarse, que no
debemos olvidar: Darío no necesito del reconocimiento de la academia
estadounidense para revolucionar la lengua española. Esto suena a un galimatías
¿verdad? Pero significa que en tiempos de Darío no todo el universo estaba
sujeto a los caprichos de Teddy Roosevelt. ¿En estos tiempos: qué parte de
nuestro universo está libre de los caprichos del Dow Jones?
En Panamá, durante todo el siglo XX, los poetas elevaron su voz y
reclamaron soberanía, pero también le cantaron al Panamá de los barrios de
casas de madera mohientas y faltas de sol, al campo de vacas que mueren por la
sequía, a las niñas que juegan con muñecas de tuza de maíz. Pero el problema de
la pobreza y de la marginación es resultado de la sociedad que nació con la
zona de tránsito. En Panamá, el problema de la democracia es el otro lado de la
moneda del problema de la soberanía. ¿Será igual en el resto de Latinoamérica?
No hace muchos meses, el presidente Correa del Ecuador propuso al planeta
que su país fuese patrocinado y así proteger una reserva natural. No extraería
petróleo del parque Yasuní, si recibía compensaciones económicas a cambio de
tal abstención. El plan no prosperó. Como que lo que ocurre en Panamá, ocurre
en Latinoamérica. Aún así, este caso nos indica algo que ya señaló Darío. Algo
que he conocido y disfrutado en lo que va de este siglo.
"Mas la América
nuestra, que tenía poetas desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
que ha guardado las
huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto
pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los
astros, que conoció la Atlántida,
cuyo nombre nos
llega resonando en Platón."
Las razones de los estados y sus respectivos gobiernos siempre son
económicas. Mi cerebro me dice que por tal razón la integración latinoamericana
es casi imposible. Mi cerebro me dice que los testaferros del poder político
económico son herederos de aquellos que traicionaron los sueños de la
liberación en favor de la banca anglosajona. Tanto los banqueros ingleses como
los estadounidenses cobraron ingentes cantidades de dinero en pago a las deudas
adquiridas en las guerras de independencia. Pero mi corazón me dice que la
integración latinoamericana comenzará a darse cuando Latinoamérica sea destino
de la migración de los latinoamericanos. Mi corazón me dice que, por lo pronto,
el fenómeno poético, es decir, el nacimiento y desarrollo en Latinoamérica de tantos
festivales de poesía y otros eventos semejantes es punta de lanza de dicha
migración, de la integración latinoamericana.
"Esa América
que tiembla de
huracanes y que vive de Amor,
hombres de ojos
sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y
vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive
la América española!"
Nacimos divididos y sin escuchar a nuestros
poetas. Quizás por ahí esté la solución: escuchar a los poetas, que al
fin y al cabo, es escucharnos a nosotros mismos. Por lo menos escuchemos al bardo que aquí nos convoca. Para Darío nuestra América sueña, ama y
vibra. ¿Y acaso ese no es nuestro compromiso de poetas? ¿Alimentar el espíritu
de nuestros pueblos? ¿Será que debemos abandonar el narcisismo chovinista? ¿Y
nuestra historia común? Nuestra historia, nuestra ignorada historia. Momotombo
es un volcán nicaragüense y Momotombo también es el nombre de la barco
artillado que llevó armas, pagadas por el general ecuatoriano Eloy Alfaro, a las
tropas liberales que en el istmo panameño batallaban en la Guerra de los Mil
Días que, según algunos autores, es el antecedente inmediato de la separación
de Panamá de Colombia.
Historia y poesía.
Razones para visitarnos los unos a los otros. ¿O no? Aquí, en el Simposio
Dariano, se dio una humilde muestra de integración fraterna. Así califico el
acercamiento que en algún momento se dio entre los municipios de León y
Soyapango.
Resumiendo, las razones
político-económicas que impidieron que los sueños unitarios de Bolívar y
Morazán se concretaran en el siglo XIX, aún existen en el siglo XXI, es más,
hoy en día, a pesar del discurso de la globalización neoliberal, tienen mayor
fortaleza. Cierto que en el norte de Centro América las reglamentaciones migratorias
indican que la integración camina, pero no es así hacia el sur de esta región.
Y ni hablar de la unidad monetaria. Porque unidad monetaria centroamericana
bien puede significar dolarización de Centroamérica. Preguntemos a los
salvadoreños que le ocurrió a su industria y canasta básica después de la libre
circulación del dólar y sabremos si esto es o no es un problema. Además, mientras
las fronteras existan en Latinoamérica sus gobiernos podrán desviar la atención
de sus errores políticos.
“La América nuestra
Que desde los
remotos momentos
Vive de luz, de fuego, de perfume, de amor.”
Algo interesante está
ocurriendo en esta región. La luz y el fuego, el perfume y el amor parecen
decirnos que es posible que dejemos atrás a las mezquindades. La poesía parece
susurrarnos una pregunta a los oídos: Poetas de Latinoamérica, ¿les parezco una
buena razón para que por lo menos ustedes se unan y olviden la ratería? Poetas
o ratas, ese es el dilema.
La proliferación de
festivales y otros eventos poéticos similares han de tener un efecto, más
temprano que tarde, en el imaginario centroamericano. Uno sabe como empiezan
las cosas, pero no como han de terminar. Quién sabe y quizás algo bueno ocurra.
Tal vez de una buena vez por todas, por lo menos los que asistimos a estos
eventos, asumamos que somos la América que sueña, ama y vibra. Y que no
podremos soñar, amar y vibrar mientras sólo seamos el eco de la América
anglosajona. Tenemos que ser voz mestiza que tiembla de huracanes. El reto está
planteado: O brillamos como los hijos del sol o seguimos en la oscuridad.