viernes, 14 de febrero de 2014

De la belleza como razón del compromiso latinoamericanista

"RUBÉN DARÍO, PRECURSOR DE LA UNIDAD LATINOAMERICANA"
(De la belleza como razón del compromiso latinoamericanista)
"¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman,
Que habría que llegar hasta ti, Cazador!
Primitivo y moderno, sencillo y complicado,
Con un algo de Washington y cuatro de Nemrod."
Hablar de las Américas, así, en plural, nunca es equivocado. El Nuevo Mundo quedó dividido de acuerdo a los intereses coloniales de Europa. Y hoy en día, aún es así. A pesar de hablar inglés, Barbados y Belice no pertenecen a la misma América que conforman Canadá y Estados Unidos. La muy orgullosa Massachussets está más próxima de Londres que de Jamaica. ¿Podría alguien dudarlo? No es el idioma, es la economía quien nos une y desune.
A la América Mestiza le fue impuesto un sistema económico que la desangró y aún desangra en mezquindades; sus minorías prefirieron y prefieren el papel de socios minoritarios de las potencias hegemónicas y olvidan las causas que alentaron las guerras de independencia.
Por su parte, la América bostoniana se auto concibió como fuerza suprema del continente y a los 47 años de su independencia, en 1823, en teoría, repito, en teoría emplazó a Europa al proclamar la Doctrina Monroe resumida en su consigna: América para los americanos. En la práctica, dicho lema significa que este continente es para el beneficio de los Estados Unidos y también para sus socios europeos. Washington más temprano que tarde resolvió con el Reino Unido el conflicto nacido el 4 de julio de 1776 y ambas naciones se convirtieron en socios en la empresa de expoliar a la América Latina. Pienso que esto se confirma con la ocupación británica de las islas Malvinas (20 de diciembre de 1832), ocurrida 9 años después de la promulgación de la famosa doctrina. ¡Cómo olvidar a Ronald Reagan durante la guerra de 1982!
Hablar de las Américas es hablar del éxito y del fracaso. La América de Bolívar y Morazán nació en contraposición a la de Washington y Jefersson y el éxito de esta última se debe, en gran medida, al fracaso de la primera. Esta idea aún no la hemos terminado de entender. Todavía seguimos imitando a Pedrarias y a Balboa, todavía seguimos decapitándonos. Hoy Darío nos convoca a discutir el tema sin intentar decapitarnos. ¿Podremos?
Quienes acuñaron el término América Latina fueron el filósofo chileno Francisco Bilbao y el poeta colombiano José María Torres Caicedo. Sin embargo, fue Darío quien predice como será el comportamiento latinoamericano: nosotros, los habitantes de la América mestiza e hispana reaccionamos, a favor o en contra, a los intereses de la América blanca y anglosajona. La iniciativa no nos pertenece, la pasividad es nuestra dueña.
El mismo Darío no pudo escapar a dicho proceder y reaccionó a una de las intervenciones imperiales. Por supuesto que lo hizo en contra del emperador abusivo. El 3 de noviembre de 1903 Panamá se separó de Colombia. El 18 de noviembre de ese mismo año se firmó el infame tratado Hay-Bunau Varilla entre los Estados Unidos de América y la recién nacida República de Panamá. En dicho convenio la joven nación cedía perpetuamente al imperio su soberanía sobre la franja de territorio que albergaría las instalaciones del Canal de Panamá. Rubén Darío no pudo callar. Así nació la Oda a Roosevelt. Una reacción, un anuncio y un par de sugerencias.
Soy panameño. Permítanme un pequeño paréntesis. Muchas dudas despierta la abrupta conversión de un departamento colombiano en país independiente. Pero para aclararlas están los hechos históricos. La larga presencia colonial de los estadounidenses en el territorio panameño inició mucho antes de la mencionada separación. A través del tratado Mallarino-Bidlack de 1846, los colombianos pidieron al coloso norteño garantizar su soberanía sobre el istmo panameño. Así nació la resistencia contra la presencia estadounidense. Esta resistencia es fundamental en el imaginario panameño del siglo XX.
El 15 de abril de 1856 ocurrió el primer suceso armado entre istmeños y estadounidenses, el llamado Incidente de la Sandía. Su saldo: 16 muertos y 15 heridos estadounidenses, 13 heridos y 2 muertos panameños. Y no fue el único. El 9 de enero de 1964 y el 20 de diciembre de 1989 nos masacraron, pero ellos también tuvieron bajas. Sin embargo, aquí lo importante a resaltar es que, a pesar de la fatídica frase del presidente Roosevelt: I took Panamá, a pesar de los 153 años de ocupación colonial y a pesar de toda la dominación cultural, en las calles de Panamá el idioma que siempre se ha hablado es el español. Gracias por permitirme esta digresión.
Regresando al tema que nos interesa, al vate leonense le fue imposible quedarse impávido ante la prepotencia del presidente Theodore Roosevelt y expone su pensar y sentir sobre lo que será Latinoamérica: el patio trasero de los Estados Unidos de América.
“Eres los Estados Unidos,
Eres el futuro invasor
De la América ingenua que tiene sangre indígena,
Que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.”
Es fácil y sencillo afirmar que como Darío era poeta, a él sólo le interesaban las cuestiones relacionadas con el idioma español. Pero el idioma es un ejercicio del poder y de resistencia. La Guerra Hispano-Estadounidense hacía poco había terminado y ponderar al idioma español era declarar que ellos habían ganado la guerra de los fusiles, pero no la de la palabra.
El español es arma esencial del ejercicio de nuestro poder. En español está escrita la literatura del continente mestizo y en español se gritan las consignas antiimperialistas. Hablar español después de tantos años de colonización ideológica en toda Latinoamérica no es poca cosa. Pero el poder de los colonizados y de los socios minoritarios de las transnacionales también es el poder del imperio; en español se dieron las órdenes de asesinar a nuestros pueblos.
Sobran los ejemplos de protestas contra la expoliación del poderío angloamericano. El antiimperialismo mantiene unida a parte de Latinoamérica. Veo muy difícil que un habitante de estas tierras no entienda y comprenda que significa eso de Yanqui go home.
Pero también abundan las coordinaciones latinoamericanas a favor de los intereses de Wall Street. Más de una intervención militar estadounidense en Latinoamérica fue solicitada y justificada por latinoamericanos. El proimperialismo existe. En el siglo XIX Suramérica fue asolada por la guerra entre Paraguay y la Triple Alianza (Uruguay, Argentina y Brasil). ¿Quién ganó con dicha guerra? El Reino Unido y sus bancos sacaron pingues ganancias con el saqueo del Paraguay. En el siglo XX el Cono Sur fue aterrorizado con la Operación Cóndor, donde esta vez las cúpulas militares de los 4 países mencionados se aliaron para perseguir y eliminar a los malvadamente llamados subversivos. Dicho operativo fue parte de la Doctrina de Seguridad Nacional, estrategia político militar que los Estados Unidos impusieron en América Latina a través de sus esbirros. ¿Adivinen que empresas se apropiaron de la riqueza latinoamericana mientras se asesinaba a los supuestos comunistas?
Aquella visión idílica que es el idioma español quien  nos une, no pasa de ser sólo eso, un frenesí. En nuestra lengua se gritan las consignas antiimperialistas y en español se redactan las órdenes de arrestos. Pero curiosamente los planes y programas económicos no están escritos en español. He sabido de documentos que llegan a nuestros países sin siquiera ser traducidos.
“Hay mil cachorros sueltos del León Español.                                    
Se necesitaría, Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador, para poder tenernos en vuestras férreas garras.”
Estos tres versos me socavan el alma. Una de dos: o Roosevelt efectivamente se convirtió en dios o los cachorros que hablan español perdieron el filo de sus colmillos. Latinoamérica se desunió y sigue desunida. Parece que las razones para unirnos no nos pertenecen, parece que son iniciativas, a pesar del presidente Obama, de un rubio, que habla inglés y que, para mantener su economía, amenaza al planeta con sus muchos misiles nucleares. ¿Podremos encontrar razones nuestras para unirnos?
Pienso que Darío, en el poema que estamos escudriñando, nos da algunas pistas. Para ellos, los americanos de la Norteamérica que está arriba del río Bravo, únicamente somos materias primas, selva elemental, inmigrantes, gobiernos que firman sin demasiadas condiciones los contratos. Pero aquí la pregunta básica es: ¿qué somos nosotros para nosotros mismos?
La respuesta a esa pregunta será de acuerdo a que Latinoamérica sea la que conteste. La socia minoritaria del imperio dará una respuesta diferente a la permanentemente opuesta a los intereses imperiales. Y esa es precisamente la tragedia, pareciera que nuestra latinoamericanidad está reducida a rechazar o apoyar los intereses de Wall Street, a obedecer o desatender los mandatos impartidos desde Washington. ¿No hay alternativa? Parece que dentro del orden económico mundial y de las relaciones geo-políticas no hay opción.
La cosa no solamente no es fácil, es harto difícil salir de ese jaque mate identitario en el que estamos atrapados. Las razones económicas pesan mucho y determinan nuestra visión de Latinoamérica. Para muestra un botón. En Panamá inmediatamente firmado el tratado Hay-Bunau Varilla comenzó la resistencia  y la lucha por la soberanía. Pero también comenzó otro largo y tortuoso caminar: la consolidación de la identidad nacional. Panamá no es un canal, en Panamá hay un canal, soy panameño, no canalero. Esta visión de mi patria obviamente se contrapone con la de aquellos otros panameños que la reducen a un territorio donde circula libremente el dólar sin contrapartida de una moneda nacional; esos otros panameños no son pocos. Y precisamente esa visión de Panamá, que no es más que una ausencia de visión, se nos convirtió en tragedia, más ahora que el canal es nuestro. El rumbo se perdió, parece cortado el hilo que nos unía.
Sin embargo, hay un hecho que me parece debe resaltarse, que no debemos olvidar: Darío no necesito del reconocimiento de la academia estadounidense para revolucionar la lengua española. Esto suena a un galimatías ¿verdad? Pero significa que en tiempos de Darío no todo el universo estaba sujeto a los caprichos de Teddy  Roosevelt. ¿En estos tiempos: qué parte de nuestro universo está libre de los caprichos del Dow Jones?
En Panamá, durante todo el siglo XX, los poetas elevaron su voz y reclamaron soberanía, pero también le cantaron al Panamá de los barrios de casas de madera mohientas y faltas de sol, al campo de vacas que mueren por la sequía, a las niñas que juegan con muñecas de tuza de maíz. Pero el problema de la pobreza y de la marginación es resultado de la sociedad que nació con la zona de tránsito. En Panamá, el problema de la democracia es el otro lado de la moneda del problema de la soberanía. ¿Será igual en el resto de Latinoamérica?
No hace muchos meses, el presidente Correa del Ecuador propuso al planeta que su país fuese patrocinado y así proteger una reserva natural. No extraería petróleo del parque Yasuní, si recibía compensaciones económicas a cambio de tal abstención. El plan no prosperó. Como que lo que ocurre en Panamá, ocurre en Latinoamérica. Aún así, este caso nos indica algo que ya señaló Darío. Algo que he conocido y disfrutado en lo que va de este siglo.
"Mas la América nuestra, que tenía poetas desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
que consultó los astros, que conoció la Atlántida,
cuyo nombre nos llega resonando en Platón."
Las razones de los estados y sus respectivos gobiernos siempre son económicas. Mi cerebro me dice que por tal razón la integración latinoamericana es casi imposible. Mi cerebro me dice que los testaferros del poder político económico son herederos de aquellos que traicionaron los sueños de la liberación en favor de la banca anglosajona. Tanto los banqueros ingleses como los estadounidenses cobraron ingentes cantidades de dinero en pago a las deudas adquiridas en las guerras de independencia. Pero mi corazón me dice que la integración latinoamericana comenzará a darse cuando Latinoamérica sea destino de la migración de los latinoamericanos. Mi corazón me dice que, por lo pronto, el fenómeno poético, es decir, el nacimiento y desarrollo en Latinoamérica de tantos festivales de poesía y otros eventos semejantes es punta de lanza de dicha migración, de la integración latinoamericana.
"Esa América
que tiembla de huracanes y que vive de Amor,
hombres de ojos sajones y alma bárbara, vive.
Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. ¡Vive la América española!"
Nacimos divididos y sin escuchar a nuestros poetas. Quizás por ahí esté la solución: escuchar a los poetas, que al fin y al cabo, es escucharnos a nosotros mismos. Por lo menos escuchemos al bardo que aquí nos convoca. Para Darío nuestra América sueña, ama y vibra. ¿Y acaso ese no es nuestro compromiso de poetas? ¿Alimentar el espíritu de nuestros pueblos? ¿Será que debemos abandonar el narcisismo chovinista? ¿Y nuestra historia común? Nuestra historia, nuestra ignorada historia. Momotombo es un volcán nicaragüense y Momotombo también es el nombre de la barco artillado que llevó armas, pagadas por el general ecuatoriano Eloy Alfaro, a las tropas liberales que en el istmo panameño batallaban en la Guerra de los Mil Días que, según algunos autores, es el antecedente inmediato de la separación de Panamá de Colombia.
Historia y poesía. Razones para visitarnos los unos a los otros. ¿O no? Aquí, en el Simposio Dariano, se dio una humilde muestra de integración fraterna. Así califico el acercamiento que en algún momento se dio entre los municipios de León y Soyapango.
Resumiendo, las razones político-económicas que impidieron que los sueños unitarios de Bolívar y Morazán se concretaran en el siglo XIX, aún existen en el siglo XXI, es más, hoy en día, a pesar del discurso de la globalización neoliberal, tienen mayor fortaleza. Cierto que en el norte de Centro América las reglamentaciones migratorias indican que la integración camina, pero no es así hacia el sur de esta región. Y ni hablar de la unidad monetaria. Porque unidad monetaria centroamericana bien puede significar dolarización de Centroamérica. Preguntemos a los salvadoreños que le ocurrió a su industria y canasta básica después de la libre circulación del dólar y sabremos si esto es o no es un problema. Además, mientras las fronteras existan en Latinoamérica sus gobiernos podrán desviar la atención de sus errores políticos.
“La América nuestra
Que desde los remotos momentos
de su vida

Vive de luz, de fuego, de perfume, de amor.”
Algo interesante está ocurriendo en esta región. La luz y el fuego, el perfume y el amor parecen decirnos que es posible que dejemos atrás a las mezquindades. La poesía parece susurrarnos una pregunta a los oídos: Poetas de Latinoamérica, ¿les parezco una buena razón para que por lo menos ustedes se unan y olviden la ratería? Poetas o ratas, ese es el dilema.

La proliferación de festivales y otros eventos poéticos similares han de tener un efecto, más temprano que tarde, en el imaginario centroamericano. Uno sabe como empiezan las cosas, pero no como han de terminar. Quién sabe y quizás algo bueno ocurra. Tal vez de una buena vez por todas, por lo menos los que asistimos a estos eventos, asumamos que somos la América que sueña, ama y vibra. Y que no podremos soñar, amar y vibrar mientras sólo seamos el eco de la América anglosajona. Tenemos que ser voz mestiza que tiembla de huracanes. El reto está planteado: O brillamos como los hijos del sol o seguimos en la oscuridad.