"No me estoy metiendo en lo que no me importa, lo estoy aconsejando"
Anónimo Callejero
Unos datos para reflexionar sobre la educación en Panamá: ¿Sabía usted que, hipotéticamente, un niño puede pasar los seis años de la primaria sin aprender a leer y escribir, sumar y restar, multiplicar y dividir? ¿Cómo? De la siguiente manera: Durante los 24 bimestres que dura esta etapa escolar, fracasa rotundamente en español y matemáticas (no salva ni un solo bimestre), pero saca buenas notas en materias como manualidades, artística, educación para el hogar y educación física. Como la nota de pase se obtiene del promedio de final de todas las calificaciones, puede pasar sin saber leer ni sumar. Saquen el siguiente promedio y verán. Español: 1.0, Matemáticas: 1.0, Manualidades: 4.0, Artística: 4.0, Educación para el Hogar: 4.0, Educación Física: 4.0, Nota Final: 3.0 (el mínimo necesario para pasar al año siguiente y sin demostrar ninguna habilidad en lectura y aritmética básica).
A ello añádale, el pasmoso fenómeno de los padres y madres que cursan la primaria junto con sus hijos e hijas y hasta en lugar de ellos. Padres y madres que directamente y sin ningún disimulo, le hacen las tareas a sus niños y niñas. Claro está, esto sólo puede ser con la complicidad de los maestros; me parece poco creíble que uno observe el grado de rendimiento de un estudiante en el salón y luego no se percate de la superior calidad de una tarea hecha en el hogar. Aunque, una vez leí en un periódico de la localidad que una maestra prefería aceptar los trabajos, que ella bien sabía no eran hechos por el estudiante, para evitar incidentes violentos con las madres y los padres de familia.
Un problema en la estructura de evaluación de la escuela formal y otro en la actitud y práctica de los padres y madres de familia. Y hay tantos otros detalles por ahí sueltos. Simplezas como un aguacero cayendo, a mitad de una clase, en un techo de zinc sin su respectivo aislante, hasta complejidades como el débil liderazgo de los directivos y supervisores en las escuelas. Por favor, no olvidemos la corrupción y el desvío de recursos a los bolsillos de particulares. Y esos recursos eran para solucionar el problema, no para agravarlo. Entonces, ¿calidad o descalidad de la educación en Panamá?
Unos datos para reflexionar sobre la educación en Panamá: ¿Sabía usted que, hipotéticamente, un niño puede pasar los seis años de la primaria sin aprender a leer y escribir, sumar y restar, multiplicar y dividir? ¿Cómo? De la siguiente manera: Durante los 24 bimestres que dura esta etapa escolar, fracasa rotundamente en español y matemáticas (no salva ni un solo bimestre), pero saca buenas notas en materias como manualidades, artística, educación para el hogar y educación física. Como la nota de pase se obtiene del promedio de final de todas las calificaciones, puede pasar sin saber leer ni sumar. Saquen el siguiente promedio y verán. Español: 1.0, Matemáticas: 1.0, Manualidades: 4.0, Artística: 4.0, Educación para el Hogar: 4.0, Educación Física: 4.0, Nota Final: 3.0 (el mínimo necesario para pasar al año siguiente y sin demostrar ninguna habilidad en lectura y aritmética básica).
A ello añádale, el pasmoso fenómeno de los padres y madres que cursan la primaria junto con sus hijos e hijas y hasta en lugar de ellos. Padres y madres que directamente y sin ningún disimulo, le hacen las tareas a sus niños y niñas. Claro está, esto sólo puede ser con la complicidad de los maestros; me parece poco creíble que uno observe el grado de rendimiento de un estudiante en el salón y luego no se percate de la superior calidad de una tarea hecha en el hogar. Aunque, una vez leí en un periódico de la localidad que una maestra prefería aceptar los trabajos, que ella bien sabía no eran hechos por el estudiante, para evitar incidentes violentos con las madres y los padres de familia.
Un problema en la estructura de evaluación de la escuela formal y otro en la actitud y práctica de los padres y madres de familia. Y hay tantos otros detalles por ahí sueltos. Simplezas como un aguacero cayendo, a mitad de una clase, en un techo de zinc sin su respectivo aislante, hasta complejidades como el débil liderazgo de los directivos y supervisores en las escuelas. Por favor, no olvidemos la corrupción y el desvío de recursos a los bolsillos de particulares. Y esos recursos eran para solucionar el problema, no para agravarlo. Entonces, ¿calidad o descalidad de la educación en Panamá?